Un mes de guerra

CONTRAQUERENCIA

Eduardo Nateras<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Eduardo Nateras*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Se cumplió un mes del inicio de la invasión rusa a Ucrania, que deja ya a su paso cientos de víctimas civiles y militares; incontables consecuencias económicas, políticas y sociales; y a la sociedad ucraniana completamente en vilo.

Es evidente que no hay comparativo entre el poderío militar ruso frente al de Ucrania. Sin embargo, el conflicto se ha extendido mucho más allá de lo que Vladimir Putin pudo haber calculado, en buena medida, por la tenacidad de las tropas ucranianas reforzadas por miles de civiles que se han sumado a la defensa de su patria, así como por la postura adoptada por el gobierno del presidente Volodímir Zelenski, quien se niega a ceder a los designios rusos.

A un mes de distancia, ya son palpables algunas consecuencias provocadas por la guerra. La más grave, sin duda, es la social, con la población ucraniana como la más afectada. Ya son conocidas diversidad de historias sobre el hito que ha representado para miles de familias intentar salir del país o el dramatismo de quienes han buscado salvaguardar a sus hijas e hijos, mientras que padres y madres permanecen en el territorio para unirse a la defensa de la nación. En Polonia, por ejemplo, se vive una crisis de refugiados, provocada por el éxodo masivo de civiles que han buscado asilo en naciones vecinas.

En cuanto el ámbito económico, múltiples sanciones comerciales y financieras se han impuesto, desde Occidente, en rechazo a la invasión. Sin embargo, más allá de impactar en las decisiones del gobierno ruso y maniatar su operación, en su mayoría han tenido efecto directo en la ciudadanía de a pie, imposibilitada ahora para llevar a cabo diversas operaciones bancarias, acceder a productos o servicios de empresas trasnacionales o que, simplemente, enfrentan el rechazo del mundo, sin ser, realmente, depositaria de las decisiones adoptadas a nivel de Estado.

Adicionalmente, se perciben, diversas secuelas económicas globales. La inestabilidad en los mercados financieros ha sido una constante, las naciones vecinas enfrentan escasez de hidrocarburos proveídos por Rusia y el mundo padece presiones inflacionarias, ante el alza en precios de petróleo, gas y granos.

En el ámbito político, los principales liderazgos mundiales han condenado la ofensiva rusa, aunque su actuación ha sido aún cautelosa, sin una intervención frontal que les implique involucrarse militarmente. Con todo, esta misma semana llegó el presidente Joe Biden a Bruselas para participar en una serie de cumbres para reforzar la respuesta aliada a la invasión. La interrogante continúa sobre hasta dónde crecerá el conflicto y si más naciones se habrán de involucrar.

Por lo que respecta a la posición de México, el Gobierno de López Obrador —so pretexto del principio de no intervención— no ha condenado el accionar ruso y ha preferido asumir una posición “neutral”. Pero esto no ha sido así por parte de un grupo de legisladores de PT, PRI y Morena, quienes convocaron al embajador ruso en México para externarle su apoyo mediante el grupo de Amistad con Rusia. De ese nivel la política de nuestro país frente al mundo.

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Rafael Solano