Ucrania. ¿Qué sigue?

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Ya que todas enviamos a todas videos cortos, memes y tuits, recomiendo la reciente conferencia de Rafael Poch-de-Feliu titulada “Mundo multipolar y guerra en Ucrania”, en Internet. No dura segundos, ni arranca carcajadas, pero es seria y no proviene de los dos bloques antagónicos ruso y americano.

El escritor catalán analiza los siguientes escenarios para el futuro: (1) Suponiendo que tras una derrota militar de Putin en Ucrania ocurriese un golpe de Estado en Rusia, ¿su sucesor sería mucho mejor? Es improbable. Incluso el famoso opositor Alexei Navalni, encarcelado, envenenado y premiado por el Parlamento Europeo, exigió en su momento bombardear Georgia y anexar Crimea. Además, la inestabilidad política dentro de Rusia, súper potencia nuclear, tendría al mundo en ascuas. (2) Suponiendo en cambio una victoria militar de Putin en Ucrania, Estados Unidos se vería disminuido frente a la desafiante dupla rusochina. Ya se observa, comenta Poch-de-Feliu, una desconfianza hacia el dólar por parte de los países que vieron con recelo cómo se congelaron los activos del banco central ruso que estaban en moneda estadounidense. No sólo rusos y chinos sino Brasil, India y Sudáfrica (los BRICS) buscarán hacerse de reservas diferentes al dólar para evitar vulnerabilidad.

Resumamos el futuro en una frase: o vamos a un mundo inestable por la situación interna de Rusia, o vamos rápidamente a un tenso mundo multipolar.

Hay una tercera amenaza. La guerra en Ucrania ha llevado a Alemania a aprobar un presupuesto militar que la colocará como primera potencia armamentista de Europa. Si bien hoy es un Estado de derecho con contrapesos constitucionales, el ascenso de líderes populistas como Trump, Bolsonaro u Orbán, es prueba de los vuelcos que puede dar una democracia en la cual la ultraderecha está subyacente.

Frente a los riesgos de inestabilidad, nueva guerra fría y militarismo, es vital preservar la discusión razonada y no ayuda el juego digital de la polarización. Es importante que la censura impuesta desde Occidente contra todas las voces que residen en Rusia y desde Putin contra las redes sociales occidentales, no mate la verdad. Ya antes de la guerra se hablaba de la llegada de la posverdad. Se trata de la época en la que los bulos (fake news) se comparten ampliamente como noticias verídicas; y demagogia y redes sociales se retroalimentan.

En la medida en que no podamos conversar globalmente, irán cristalizando los prejuicios de unos contra otros. Proliferarán radicalismos locales desprovistos de sensatez. Llegarán eventualmente al poder demagogos pirómanos. Tras la posverdad, advierten muchos, vendría el fascismo. El remedio al fascismo, por lo tanto, consiste en volver a respetar la verdad. No necesitamos más fragmentos de videos descontextualizados e incendiarios, antepongamos los artículos y las conferencias profundos. Escuchemos también los puntos de vista contrarios. Busquemos sinceramente la verdad, pero no proclamemos con falsa seguridad que la hemos encontrado, para blandirla como espada contra los adversarios.

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