Marine Le Pen perdió, pero ganó

EL ESPEJO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Emmanuel Macron ganó las elecciones para tener un segundo periodo como presidente de Francia con 58% de los votos, cuestión que no es muy sorprendente si se consideraban los resultados de prácticamente todas las encuestas previas a la segunda vuelta.

Sin embargo, la nota más importante no es la victoria de Macron, pues a pesar de que el movimiento político de extrema derecha de Marine Le Pen perdió una vez más, obtuvo el mejor resultado de su historia y continúa avanzando, haciendo que la política xenófoba y antiderechos se siga fortaleciendo en Francia y en las democracias liberales.

El movimiento político de Marine Le Pen tiene sus orígenes en el Frente Nacional (FN), una organización electoral que agrupó en los setenta a diferentes corrientes de extrema derecha con ideas como el odio a los migrantes, la protección de la identidad nacional francesa, la reivindicación del fascismo y hasta del nazismo. Por más que la estrategia electoral de Marine Le Pen trate de desmarcarse de este pasado extremista, en el que el vínculo principal es que el líder del Frente Nacional era Jean-Marie Le Pen, su padre, las ideas de la hija son prácticamente las mismas, por lo que el cambio de nombre de ese movimiento a Agrupación Nacional no fue más que algo cosmético.

Sin embargo, los cambios cosméticos sí tienen consecuencias en la política. A pesar de que las visiones de Marine Le Pen siguen siendo prácticamente las mismas —cuestión de notar que una de sus promesas de campaña era iniciar su gobierno con un referéndum sobre el tema migratorio para controlar las entradas y expulsiones de personas indeseables fuera de los marcos internacionales y europeos actuales—, ha emprendido un gran esfuerzo político para suavizar su imagen y volverse más atractiva para otros votantes. Con estas intenciones, Le Pen volteó a los franceses que se encuentran insatisfechos con el sistema y que no encuentran ninguna representación en los partidos tradicionales para ofrecerles un discurso más cercano. Así es como las ideas de extrema derecha se combinaron con una extraña reivindicación de los menos favorecidos y sus condiciones laborales, económicas y sociales en un discurso que conquistó simpatías, incluso en las generaciones más jóvenes, que miran con menos recelo las posiciones antidemocráticas de Le Pen.

Así, Agrupación Nacional ha conseguido su mayor triunfo electoral en la historia, pues 41% de votos que obtuvo ayer supera por mucho al 17.8% de votos que obtuvo Jean-Marie Le Pen cuando sorpresivamente llegó a la segunda vuelta presidencial en 2002, así como al 33.9% con que Marine Le Pen fue derrotada en esta misma instancia en las elecciones de 2017. Y con estos resultados, más que leerse como una derrota, lo que viene es el fortalecimiento de estas visiones extremistas en la política, pues las elecciones legislativas vienen en junio de este mismo año y serán una oportunidad única para que el movimiento de Le Pen supere el 8.8% de votos que obtuvo en 2017 y que le dio sólo 8 de los 577 asientos de la Asamblea Nacional. La extrema derecha continúa creciendo, avanzando y fortaleciéndose, mientras el resto de partidos sigue sin saber qué hacer al respecto.

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