Salud pública: un asunto de seguridad nacional

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

“No es lo mismo, en efecto, la salud y las cosas sin las cuales no es posible la salud, e igualmente ocurre en otras muchas cosas, de suerte que el vivir bien no es idéntico a aquellas cosas sin las cuales no es posible vivir bien”

Aristóteles

La pandemia de los últimos dos años ha reposicionado las coordenadas de comprensión sobre la importancia del tema de la salud tanto a nivel personal como familiar, social e internacional. Asimismo, por primera vez en la historia, la calidad de los servicios de salud de una región impactó la economía, el crecimiento y la estabilidad política de países de otras regiones, en cuestión de semanas.

En 2008, el filósofo Norman Daniels había insistido en la importancia moral especial de la salud, entendiéndola como un elemento indispensable para la construcción de oportunidades que permiten el crecimiento económico, social y político de los estados.

En Just Health Care, Daniels identificó seis áreas importantes de preocupación, a saber:

1. Nutrición adecuada

2. Condiciones de vida y de trabajo higiénicas, seguras y no contaminadas

3. Ejercicio, descanso y características de estilo de vida tan importantes como evitar el abuso de sustancias y practicar sexo seguro

4. Servicios (y dispositivos) médicos personales preventivos, curativos, de rehabilitación y compensatorios

5. Servicios de apoyo personal y social no médicos

6. La “importancia moral especial de la salud”, entendida como una visión de la salud más inclusiva y socialmente expansiva

En ese sentido, Daniels insistió en que la prestación de servicios médicos y la calidad del sistema de salud impactan directamente en la salud individual de los ciudadanos.

Después de la pandemia, además, ha quedado claro que la salud no es un asunto exclusivamente individual, ni de países o de regiones. Hoy, tenemos claro que la salud es un asunto que trastoca la geopolítica y que hay que atenderla y entenderla sistémicamente.

Es innegable que parte de lo que hace que la política de salud sea importante es precisamente el hecho de que plantea preguntas críticas sobre nuestros valores humanos, compromisos sociales más básicos y estrategias de seguridad nacional e internacional.

Adam Smith ya había adelantado que la riqueza material —financiera, económica y patrimonial— es condición necesaria, pero no suficiente para el bienestar personal o social; para hablar propiamente de riqueza es necesario considerar las relaciones —riqueza social—; la disponibilidad de tiempo —riqueza temporal—; la inteligencia, habilidades y talentos —riqueza intelectual—; y, finalmente, la riqueza física —la salud—.

Las distinciones de Smith y de Daniels nos obligan a mirar a la pandemia por Covid, la viruela del mono, los casos de hepatitis, la variante Ómicron BA.2 y a los rickettsios no sólo como enfermedades, sino como agentes externos que ponen en riesgo la riqueza y estabilidad de nuestros países. Y, sobre todo, a enfrentarlos como tales: con medidas de prevención con base en desarrollo de inteligencia específica, con políticas públicas enfocadas en seguridad nacional, con estudios prospectivos que permitan asegurar la soberanía sanitaria del país.

Algo parecido a esto es lo que se esperaría que se discutiera para México en la 75 Asamblea Mundial de la Salud. Pero la narrativa seudocientífica de Hugo López-Gatell fue otra: la de culpar al “fantasma del neoliberalismo” para cubrir su negligencia y su incapacidad. Lo que dijo fue tan fantasioso como sostener que la pederastia en la Iglesia es culpa de “la sombra del mal en la historia”. ¡Una lástima y una gran vergüenza!

El México de primer mundo que queremos no se construye con mitos e irresponsabilidades sino con ciencia, argumentos y respeto al orden.

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