Aunque los resultados electorales de este fin de semana en Colombia confirman el agotamiento del sistema de partidos de las dos últimas décadas y, específicamente, de la hegemonía conservadora, abren la puerta al triunfo de una nueva derecha. En contra de unos pronósticos y a favor de otros, la fórmula de Gustavo Petro y Francia Márquez no pudo remontar el 10% que necesitaba para ganar en primera vuelta, y el empresario Rodolfo Hernández rebasó a Federico Gutiérrez en la segunda posición.
Aunque la abstención bajó un poco, siguió alta (47%) y no se produjo la expansión del voto indeciso y juvenil que esperaban los estrategas del Pacto Histórico. La solidez del piso electoral de Petro podría actuar en su contra, ya que el rival a vencer, ahora, no es un uribista o un miembro de la clase política tradicional colombiana: es un outsider, que desplazará el eje del antipetrismo y atraerá a indecisos.
Hernández ya ha recibido el apoyo de Federico Gutiérrez, que durante la campaña electoral en las primarias se vio tan difícil. La suma matemática de los votos de ambos candidatos supera el 50%, pero no es descartable que un sector centrista de votantes de Gutiérrez, prefiera dar su voto a Petro. La ruta para atraer voto indeciso, desde la izquierda, podría ser parecida a la de Gabriel Boric en Chile: jugar a la moderación e, incluso, a la seducción del viejo voto liberal y conservador, frente a la amenaza de un populismo de derecha, similar al de Jair Bolsonaro en Brasil o Nayib Bukele en El Salvador.
La fórmula Petro-Márquez será sometida a una renovada estrategia de miedo, en la que se volverán rutinarios los paralelos con el chavismo y el castrismo y las denuncias de alianzas con Maduro, el narcotráfico y las FARC. Lo peor que podría hacer Petro, frente a un rival como Hernández, es enrocarse en el flanco más radical de su movimiento. Ciertas señales inquietantes para las fuerzas armadas y los empresarios, sobre todo, deberían desaparecer de su programa. Una mayor transparencia respecto a su política exterior también lo ayudaría a atraer electores de centro.
Si poco antes de la primera vuelta decíamos que la izquierda podía triunfar, ahora debemos decir que puede perder. Rodolfo Hernández, quien hasta ahora ha centrado su campaña en la lucha contra la corrupción, desplegará toda su incorrección política y su hábil manejo de las redes sociales en la descalificación de Petro. Su mensaje irá dirigido, preferentemente, a la juventud colombiana, desencantada de la democracia, donde puede apropiarse de zonas de la base electoral de la izquierda.
Si Hernández llega a la presidencia se perfilará aún más, en el horizonte político latinoamericano, el ascenso de un nuevo conservadurismo, que gana respaldo en todo el mundo. La idea de que la única amenaza a la democracia latinoamericana proviene de las izquierdas es falsa. En Colombia misma hay más de un indicio de que el autoritarismo también avanza por la derecha.