Las últimas encuestas publicadas sobre las preferencias electorales en Coahuila y el Estado de México hacen pensar que el único estado gobernado por un priista afiliado al PRI, después del 2023, será Durango. Las encuestas muestran una ventaja de Morena y sus aliados sobre la Alianza PRI, PAN y PRD y un empate técnico en Coahuila, entre ambas coaliciones, que hacen pensar que el preámbulo a la elección presidencial será una batalla electoral cerrada, que definirá el rol que tendrá el PRI rumbo al 2024.
Una eventual derrota de la Alianza en Coahuila y el Estado de México no sólo fortalecería el poder regional de Morena, sino que sembraría dudas sobre el peso real del PRI y su aportación a la coalición de la oposición. Si hoy se estima que el 11% de los mexicanos votaría por el tricolor en 2024, la derrota en estos dos bastiones seguramente afectará la percepción y apoyo por la marca “PRI”.
Sumado a esto, es una realidad que los gobernadores del PRI no han operado en favor de la alianza. Es el caso de Quirino Ordaz, Claudia Pavlovich, Omar Fayad o Alejandro Murat. Es decir, en el PRI, quedó muy atrás la lealtad partidista.
Si no cuenta con sus gobernadores, el PRI se queda con un reducido catálogo de personalidades. Por ejemplo, Roberto Madrazo, Manlio Fabio Beltrones, Pedro Joaquín Coldwell, Claudia Ruiz Massieu, Carolina Monroy, Beatriz Paredes, Miguel Ángel Osorio Chong, Rubén Moreira, Enrique Ochoa, Mariano Alcocer o Cristina Díaz. Todas figuras poderosas, sin duda, que si se sumaran y restaran sus reputaciones seguramente resultaría con números negativos.
Encuestas recientes muestran que alrededor del 30% del electorado no tiene afinidad por un partido o no ha decidido su voto para el 2024. Soy escéptico sobre si incluir al PRI, en la coalición contra Morena, maximiza los votos del electorado indeciso. El escenario, ni optimista ni pesimista, es en el que ni aporta ni quita: es que la coalición pierde un tercio del electorado indeciso que nunca votaría por el PRI y que el Tricolor contrarreste la pérdida por sus afiliados, militantes y votantes leales.
Es una realidad que, para hacer frente a Morena, es necesaria una coalición. No se ha valorado que esa coalición no incluya a un PRI cuya lealtad partidista está en entredicho y cuya mancha de corrupción no se va por más que se laven las manos. Una coalición PAN y MC (con los votos que pueda dar en la que probablemente sea la última elección federal del PRD) es ideológicamente menos disonante, menos corporativa y potencialmente menos corrupta e incrementa las posibilidades de capturar al voto indeciso.