Es habitual que los pacientes nos pregunten a los psiquiatras si el uso de sustancias alucinógenas les puede ayudar a resolver sus problemas emocionales, en fechas recientes la ayahuasca, medicina tradicional utilizada por los chamanes en el Amazonas, se ha convertido en una moda en muchos países, incluyendo el nuestro; sería el equivalente mexicano de los hongos alucinógenos, que se hicieron famosos gracias a María Sabina, sacerdotisa indígena que guiaba “viajes espirituales”, a partir de los años 50, en su natal Oaxaca.
Fue en 1960 que la compañía farmacéutica suiza Sandoz descubrió el LSD (Dietilamida de Ácido Lisérgico), una sustancia con características similares a las que se encuentran en las plantas arriba mencionadas, que contiene psilocibina psicodélica, la cual, estimula el sistema del neurotransmisor serotonina, modulador del estado de ánimo, pero que además produce alucinaciones. En la época de los años 60 estas drogas causaron una revolución en las ciencias del cerebro y la psiquiatría, se crearon más de 130 centros de investigación; sin embargo, se observó que algunos pacientes después de haber usado LSD en una sola ocasión entraban en un estado de psicosis crónica del que nunca regresaban, descrito por el profesor Alan F. Schatzberg, como un viaje “sólo de ida”, llegando a la locura irreversible. Este grupo de sustancias fue prohibido oficialmente en el mundo en 1971.
En la década pasada (del 2010 al 2020) resurgió la investigación de las drogas psicodélicas, especialmente las que incluyen psilocibina; las razones de este cambio fueron dos: 1) Un descubrimiento del doctor Ronald R. Griffiths, profesor de neurociencias de la Universidad John Hopkins, EU: que una sola dosis de 25 mg. de psilocibina administrada en un ambiente terapéutico apropiado produce cambios en el estado de ánimo y sensación de bienestar en personas que no tienen depresión y 2) Un estudio de una serie de neuroimágenes en individuos voluntarios sanos, realizado por el grupo de investigadores del profesor David Nutt en el Imperial College de Londres, que revela que la psilocibina produce un cambio en las imágenes cerebrales que se refleja con cambios en el pensamiento, lo cual incluyen efectos antidepresivos.
A partir de estos hallazgos hay 30 estudios científicos que se están llevando a cabo en el mundo, sugieren que puede ser útil para dependencia a alcohol y tabaco, anorexia nerviosa, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno de estrés postraumático y depresión resistente a tratamiento.
El diseño del protocolo es el siguiente: quedan excluidos de poder usar psilocibina los siguientes individuos: 1) Personas que sufren enfermedades mentales crónicas como esquizofrenia o trastorno bipolar, 2) Quienes tengan un familiar directo con las mencionadas enfermedades, 3) Personas que padecen condiciones médicas crónicas como diabetes, epilepsia, hipertensión y alguna falla orgánica, 4) Antecedentes de haber tenido intentos de suicidio, 5) Trastorno de Personalidad Limítrofe y 6) Personas con historia de ser dependientes a drogas.
En la actualidad se han entrenado psicoterapeutas expertos en psicodélicos, quienes han experimentado con psilocibina y son los responsables de acompañar al paciente durante su tratamiento que consiste en lo siguiente: 1) son dos terapeutas que tienen sesiones previas a la experiencia, con la finalidad de conocer el objetivo que busca la persona, 2) lo acompañan durante el evento alucinatorio que sucede después de la aplicación de 25 mg. de psilocibina y dura de 4 a 8 horas, con la finalidad de cuidarlo y ayudarlo a organizar su vivencia, autorizados únicamente para tomarle la mano y permitirle escuchar una lista de música previamente escogida y 3) al día siguiente se repite la terapia, continuada de varias más (pueden ser hasta 12). El objetivo es que la sustancia facilite la psicoterapia y permita hacer cambios en el proceso mental. La indicación es que la dosis máxima es de dos experiencias alucinatorias con psiocibina de 25 mgs.
La profesora Jennifer Mitchell, encargada del centro de estudios psicodélicos de la Universidad de California, afirma que los resultados están siendo revisados por la FDA (de Estados Unidos) y por la EMA (de la Unión Europea) interesados en implementarla especialmente para los veteranos de guerra como una opción de tratamiento.
Aparentemente la psilocibina puede ser una droga eficiente si es administrada por un psiquiatra experto en equipo con dos psicoterapeutas entrenados en psicodélicos, cabe informar que en nuestro país no hay ningún centro que lo esté realizando.
En las palabras del doctor David Nutt: “El uso de sustancias suele ser un crédito para obtener algún beneficio que siempre hay que pagar más adelante”.