EU y México, en camino a la desaceleración

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Después de la profunda caída de la economía mexicana durante el 2020, se registró una recuperación durante el año pasado que, si bien no fue suficiente para recuperar los niveles previos a la debacle económica, sentó las bases para una reactivación progresiva que se ha solidificado en la primera mitad de este año. Desafortunadamente, un resurgimiento de la inflación y la necesidad de aplicar sendas políticas monetarias y fiscales restrictivas ponen en riesgo el crecimiento mundial y local.

En efecto, cifras del primer semestre del año dan claras señales de recuperación económica. La demanda interna, tanto el consumo como la inversión, da cuenta de una moderada mejoría, mientras que, en otro extremo, la demanda externa recupera rápidamente su dinamismo que, incluso, como lo señala la estadística de las exportaciones no petroleras, han superado ampliamente la caída promovida por la crisis, ello incluso con el retraso del sector automotriz que se espera repunte en la segunda parte del año. Es en este sentido, la demanda externa funge como el motor principal de la recuperación de la economía mexicana.

La razón de este poderoso impulso externo a la economía mexicana se encuentra en el sostenido proceso de reactivación mostrado por la economía de Estados Unidos. Es bien sabido el estrecho vínculo que nuestra economía tiene con la del vecino del norte, además de las ventajas que ofrece el T-MEC para nuestras exportaciones, existen varios elementos que confluyen positivamente para el logro de una simultánea reactivación entre ambas naciones.

En paralelo, la recuperación hasta la primera mitad del año en Estados Unidos ha sido sólida y tiene un claro reflejo en la economía mexicana en dos frentes fundamentales. En primer lugar, se traduce en el ya mencionado sostenido incremento de las exportaciones. Cabe notar que, los exportadores mexicanos han sabido aprovechar la disputa comercial entre EU y China, por lo que ya se ha recuperado la pérdida de mercado derivada de la crisis económica.

El segundo lugar, el fuerte impulso fiscal en Estados Unidos ha implicado vía la asistencia social y la reactivación del empleo que las remesas familiares avancen a un ritmo sin precedentes que, para este año alcanzarán 55 mil millones de dólares, lo que ha venido dando un impulso significativo al consumo. A estos dos apoyos a la economía mexicana debemos agregar el hecho de que la Inversión Extranjera Directa proveniente de Estados Unidos

sigue avanzando.

No obstante, los riesgos de una parálisis en la economía más poderosa del planeta ahora son mayores. La crisis de los precios internacionales del petróleo y alimentos derivada del conflicto entre Rusia y Ucrania y el consiguiente incremento de los precios al consumidor no visto en décadas en la economía de Estados Unidos ha implicado como solución subir las tasas de interés y disminuir la liquidez por parte de la Fed.

Las probabilidades ya no son bajas de que estas políticas conlleven a frenar la economía de nuestro vecino del norte. Si bien aún no se perfilan claramente la profundidad y duración de la próxima pausa en el crecimiento de Estados Unidos, es previsible que el golpe vaya desde una desaceleración hasta una recesión que, si bien ésta última nada tendrá que ver con la del 2020, si implicaría una caída de la producción. En cualquier escenario, el impacto sobre la economía mexicana será importante, pues atacará nuestra principal fuente de crecimiento. Hay que prepararse.

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