Las palabras erradas

APUNTES DE LA ALDEA GLOBAL

AMLO y Biden, durante la visita del mandatario a la Casa Blanca, el pasado 12 de julio.*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: AP

Las relaciones internacionales producen raras escenas: dos jefes de Estado, empeñados en trasmitir concordia y amistad, chocan verbalmente. Cuando el lenguaje político desafía la etiqueta diplomática asistimos, a veces, a la insinuación de conflictos contenidos. La tensión verdadera, real, emerge sobre la hojarasca de la retórica internacional.

Hubo una escena así, que comentamos entonces aquí, en 2016, cuando el presidente Enrique Peña Nieto, en una de las últimas cumbres del TLCAN, en Ottawa, criticó el populismo. Peña intentaba cuestionar, a la vez, la demagogia trumpista y el autoritarismo bolivariano. Barack Obama, formado en una tradición ideológica para la que el populismo progresista de fines del siglo XIX y principios del XX, en Estados Unidos, que llega hasta F. D. Roosevelt, es una herencia positiva, cuestionó el uso del término por el presidente mexicano.

Es probable que Obama, que por entonces tenía como prioridad la sucesión presidencial de 2016, rechazara las expresiones de Peña por considerarlas inapropiadas en el contexto electoral de Estados Unidos. Lo cierto es que, en su respuesta a Peña, dijo que, de acuerdo con una conceptualización específica del término, él, Obama, podía ser considerado “populista”.

Otra tensión verbal, diferida, soterrada, jamás reconocida públicamente, es la que sostienen, desde su viaje a Cuba, en mayo de este año, el propio AMLO y el presidente cubano Miguel Díaz-Canel. En su discurso en la recepción oficial, en La Habana, el presidente mexicano dijo, enrevesadamente, que en Cuba la Revolución debía renacer y evolucionar

Aunque más leve, otro desencuentro verbal se produjo en la reciente visita —la tercera en lo que va del sexenio— del Presidente López Obrador a la Casa Blanca. En un momento de su discurso, AMLO trató, una vez más, de concordar con Biden, como antes con Trump, en que la región de América del Norte debía integrarse más para hacer frente al desafío de China.

Pero, a la vez, AMLO intentó acercar a Biden a posiciones proteccionistas con la infeliz frase de que “en las tres últimas décadas se aceptó de manera cómoda que China sería la fábrica del mundo”. El presidente mexicano se refirió críticamente a una creencia, no a una realidad comprobable, con el fin de defender la independencia de China y la necesidad de adaptar la capacidad productiva de las naciones o “las regiones” al autoconsumo.

Sea porque lo malinterpretó o porque advirtió el argumento proteccionista, Biden respondió a AMLO que Estados Unidos producía más que China, lo cual es cierto, y que era la verdadera fábrica agrícola del mundo, lo cual es incierto. Al igual que el alegato de Peña contra el populismo, el de AMLO a favor de la autarquía —que cada país produzca lo que consume— fue equivocado, a pesar de que Biden no captó que su par mexicano también hablaba a nombre de América del Norte.

AMLO intentó acercar a Biden a posiciones proteccionistas con la infeliz frase de que “en las tres últimas décadas se aceptó de manera cómoda que China sería la fábrica del mundo”. El presidente mexicano se refirió críticamente a una creencia, no a una realidad comprobable, con el fin de defender la independencia de China y la necesidad de adaptar la capacidad productiva de las naciones o “las regiones” al autoconsumo

No parece que Obama se haya equivocado al reaccionar a una crítica superficial al populismo, pero Biden sí se equivocó en su respuesta a AMLO. Si no entendió el pasaje sobre China, se equivocó, y si lo entendió, se equivocó más. Perdió una buena oportunidad para reafirmar la alianza de los tres estados de América del Norte frente a China, que se desprendía de lo dicho por AMLO.

Otra tensión verbal, diferida, soterrada, jamás reconocida públicamente, es la que sostienen, desde su viaje a Cuba, en mayo de este año, el propio AMLO y el presidente cubano Miguel Díaz-Canel. En su discurso en la recepción oficial, en La Habana, el presidente mexicano dijo, enrevesadamente, que en Cuba la Revolución debía renacer y evolucionar.

El trovador cubano Silvio Rodríguez, que lleva años diciendo cosas parecidas en canciones, declaraciones y posts en su blog, Segunda Cita, reiteró las palabras de AMLO en el Zócalo de la Ciudad de México. Nunca ha habido una reacción oficial cubana a las expresiones de AMLO o de Rodríguez, pero es de suponer que no son del agrado de la cima del PCC.

Hace unos días se confirmó la sospecha cuando el presidente Díaz-Canel dijo que en Cuba “la Revolución se estaba revolucionando siempre, en el escenario en que nadie se tenía que revolucionar”. Era la respuesta, con palabras erradas, a todos aquellos que, incluso desde la simpatía, piden que el sistema cubano se reforme.

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