Finanzas Públicas: crecen los riesgos

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Uno de los grandes temas que menos controversia ha provocado en el quehacer de la actual administración es el manejo de las finanzas públicas. Para sorpresa de muchos y para fortuna de la estabilidad macroeconómica, la política fiscal del país acumula más de tres años de un manejo prudente y relativamente sano de la Hacienda Pública.

Las bases de la actual política fiscal siguen apuntaladas por un estricto apego a la disciplina del gasto basada en la denominada “austeridad republicana” que, en paralelo, se acompaña por un esfuerzo significativo por aumentar la recaudación de ingresos tributarios. Ello, con la finalidad de cumplir con las prioridades de la actual administración, a saber, incrementar el gasto en protección social y cumplir con las megaobras de transporte e infraestructura.

Así, para la primera mitad de este año los resultados de las finanzas públicas no han cambiado de tono. Al interior de las cuentas fiscales son relevantes tres elementos: Primero, aunque el gasto programable mantiene una férrea disciplina con un avance real anual de sólo 0.5%, se mantienen las prioridades del gobierno. Particularmente, tomando la clasificación funcional del gasto, las erogaciones en protección social se incrementaron 7.5%, lo que fortalece el compromiso con los programas sociales del régimen.

En segundo lugar, el incremento real en el gasto total (2.1%) en la primera mitad del año se realiza sin abultar un mayor déficit (que al primer semestre estuvo sensiblemente debajo de lo programado) gracias al incremento real de los ingresos (4.9%). Principalmente, los mayores ingresos petroleros (derivados del mayor precio) fungieron como pivote para fortalecer las erogaciones; aunque también la continua mejora en la recaudación del ISR e IVA apoyaron 2.7% anual y, sin considerar el IEPS de combustibles, el apoyo fiscal fue considerable con un incremento de 11.9%. Sin duda el esfuerzo recaudatorio no petrolero, sin considerar el subsidio a la gasolina y al diésel, ha sido la base de una mayor sustentabilidad de las finanzas públicas

En tercer lugar, llama la atención que después de un largo periodo de caídas, el rubro denominado “inversión impulsada por el sector público” registra un considerable incremento de 13% anual. No obstante, la baja inversión pública —a pesar de las megaobras del Gobierno federal— es el elemento de ajuste para mantener el gasto social.

Se tiene una lectura mixta de las cifras fiscales, debe considerarse que mantener la disciplina fiscal contribuye en lo fundamental a la estabilidad macro. Los esfuerzos en materia de austeridad y mayor eficiencia en la recaudación siguen siendo evidentes; no obstante, la sustentabilidad de la política de protección social y el apoyo al crecimiento económico vía mayor inversión pública, sólo podrán obtenerse —en ausencia de una reforma fiscal— con mayor crecimiento económico, el cual todavía no termina de consolidarse por la falta de inversión.

Los riesgos para la sustentabilidad fiscal siguen latentes, frente a un posible escenario de menor crecimiento global, e incluso, uno de recesión, no se descartan, una caída abrupta en el precio de los hidrocarburos y del crecimiento económico que pueden alterar negativamente la posición fiscal hasta la fecha saludable con estabilidad de la deuda y déficit público manejable.

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