No todo el que chifla es arriero

SECRETO A VOCES

Alberto Banuet A.<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Alberto Banuet A.*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Contratar para trabajar en el Gobierno a funcionarios que ostenten como condición principal, la tan traída honestidad por encima de capacidad y experiencia, equivale a buscar arrieros entre personas que sólo sepan chiflar y nada de aparejar a la recua.

Hasta entre los arrieros hay categorías, mayordomos, caporales, cargadores, sabaneros y todos chiflan, en el sector agropecuario del Gobierno hay una sola categoría y parece que ninguno chifla.

Éste es el contexto de lo que pasa hoy en la ganadería:

El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos restringe, para fines de ganado comercial de exportación que México manda a los corrales de engorda norteamericanos, a ciertos estados, para evitar que manden sus becerros a la frontera. Las razones son variadas y largas, se reducen a temas sanitarios.

La condicionante es clara y válida, ellos tienen derecho, como cualquiera de nosotros, a seleccionar lo que queremos comprar y, si la oferta no cumple con los requisitos que hemos establecido, simple y llanamente, no hay negocio.

Hasta aquí vamos bien, sin embargo, resulta que la autoridad encargada de la sanidad agropecuaria mexicana, no sabe interpretar la disposición, tal vez porque está en inglés y para no encabritar a los güeros, decide que la restricción aplica parejo para todo tipo de ganado, llevándose entre las pezuñas a los criadores de ganado de registro, que llevan décadas cumpliendo los requisitos zoosanitarios que han impuesto los americanos y que no caben en el supuesto descrito líneas arriba.

Para el lector que no está inmerso en la ganadería, baste decir que los criadores de registro son quienes producen el pie de cría, que los ganaderos comerciales necesitan para producir más y mejor calidad de carne, y que usted pueda comprarla en el comercio de su elección a buen precio.

Disposiciones gubernamentales van y vienen, no hay claridad y menos decisión, las organizaciones gremiales mandan y mandan cartas y solicitudes de aclaración y peticiones de solución, sin que nadie en el Gobierno acuse, aunque sea, de recibo.

La Confederación de Organizaciones Ganaderas ha decidido intervenir, lo ha hecho prudente y educadamente, con una propuesta sencilla que esperamos pueda resolver el embrollo.

Mientras que la supuesta honestidad gubernamental arrolla a la capacidad y a la experiencia, los ganaderos que invierten en genética, cuidan sus tierras, emplean a miles de personas y trabajan incansablemente, empiezan a flaquear, dos años de pandemia, la desaparición de programas y apoyos para el campo, los aumentos en sus costos de producción, entre otras muchas cosas, los llevan a quebrar y a quebrarse, a cerrar sus ranchos por no poder salir a vender su producción. La depresión en muchos aumenta, los suicidios de los productores, cosa que antes no se veía, es cada vez más frecuente entre quienes ven perdido el trabajo de generaciones.

El tema, como otros muchos que afectan negativamente al sector agropecuario es delicado; en las ciudades no se ve ni se palpa, ahí la gente sigue comiendo porque con todo y todo, el campo no se detiene, pero en el rancho es un asunto de vida o muerte.

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