Morena extendió sus broncas internas al Senado. Se interpreta, con cierta razón, que el ganador de la polémica sobre quién debiera encabezar el Senado es Ricardo Monreal, pero queda claro que tarde que temprano la última palabra la dirá el Presidente.
La oposición en algún sentido se la jugó con el zacatecano. Fue paradójico que mientras Alejandro Armenta de Morena alcanzaba cerca de 60 votos quien lo apoyaba, otro morenista, tuviera 50, lo que quería la oposición con sus votos era buscar dividir al partido del Presidente.
No queda claro qué pueda suceder a partir de ahora pero, como lo mencionábamos ayer, es evidente la división. A lo que ahora habrá que estar atentos es a conocer qué tanto trasciende lo que está pasando en Morena, más allá de los designios presidenciales.
Seguramente Armenta, quien hace algunos años calificó al Presidente como “socialista, populista de izquierda”, hará las tareas que le envíen desde Palacio Nacional. No se saldrá por ningún motivo del guion y tendrá en Monreal su guía. El zacatecano hizo su labor y más vale que en Morena lo tomen en serio, porque agitó en serio al Senado y en algún sentido tiene su control.
La oposición con tal de enfrentar al partido del Presidente y a sabiendas de que Monreal le ha tomado distancia al Ejecutivo, va a jugar con quien hoy es el poder detrás el trono de Armenta.
En Morena deberían hacer un análisis sobre la gestión del Presidente. Sigue siendo importante su popularidad y aceptación en todas las encuestas; sin embargo, cada vez hay más evidencias de una crítica de la sociedad a su gestión como gobernante; los seguidores del tabasqueño han entrado en terrenos indulgentes reconociéndole todo, pero llegará el día que tendrán que verse a sí mismos para ver si la actual gobernabilidad mejora sus condiciones de vida y de su entorno.
Con motivo de su cuarto informe todos los estudios dados a conocer sobre la gestión del gobierno dejan en claro que mientras la popularidad se mantiene, las políticas públicas van teniendo cada vez una mayor crítica de la mano de la incertidumbre.
El informe de ayer de nuevo estuvo cargado de críticas al pasado sin reparar en lo más mínimo que llevamos cuatro años del presente de López Obrador. Se está acabando la efectividad de la crítica al pasado como forma de gobierno.
Los problemas económicos, de salud, seguridad, la corrupción y el crecimiento en los niveles de pobreza han crecido por parte de la sociedad, sin importar el rango socioeconómico.
No hay mucho que festejar porque si bien todavía no llega el momento para conocer la efectividad de los programas sociales, los indicadores globales de la economía son desalentadores. Ayer mismo el Banco de México informó de las abiertas dificultades para controlar la inflación y una nueva disminución sobre crecimiento anual del país.
Lo dicho por el titular de Hacienda hace unos días, en el sentido de que las obras emblemáticas del sexenio están jalando mucho dinero y están generando evidentes problemas para la economía del país, se ha convertido en una variable que debe ser considerada de primer nivel y de focos rojos.
En medio de este entorno habrá que ver cuál termina por ser la capacidad de maniobra del Presidente para destapar a su “corcholata” favorita. Al gobierno lo puede alcanzar la terca realidad hecho que a personajes como Ricardo Monreal les podrían abrir espacios.
Estamos en el camino del cuarto año de gobierno. No se puede considerar sólo la popularidad del Presidente como eje de la gobernabilidad.
El balance sexenal podría colocar a un Presidente popular contra las cuerdas.
RESQUICIOS
“El caso Cassez-Vallarta. Una Novela Criminal”, arroja luces sobre cómo es la justicia en el país. Es un documental que vale la pena ver. No queda del todo claro cuál fue la participación de Florence, lo cierto es que no podía permanecer detenida por claras violaciones a su debido proceso.