Ayotzinapa

DESDE LAS CLOACAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

L a llamada “verdad histórica” del exprocurador general de la República, Jesús Murillo Karam, resultó no sólo no ser la mera “verdad”, sino una colección de irregularidades en la investigación y de violaciones a derechos humanos que poco a poco salen a la luz.

Hasta mi escritorio llegaron documentos oficiales que indican que hay otra versión de lo que pasó en Iguala la noche del 26 de septiembre de 2014, cuando fueron desaparecidos 43 jóvenes normalistas.

Si de por sí ya era escandaloso el anuncio de un normalista infiltrado entre los estudiantes —Julio César López Patolzin—, lo que les voy a contar va a levantar más de una ceja.

Esta información revela que el normalista infiltrado fue visto en las instalaciones de Ayotzinapa —municipio de Tixtla— después de la noche de la desaparición, y que fue reportado por un elemento de inteligencia a las autoridades.

“Se tiene identificado al otro OBI (Órgano de Búsqueda de Información) desplegado en la cabecera municipal de Tixtla, que forma parte de los estudiantes presuntamente desaparecidos, y que fue visto ingresar a la normal el 28 de septiembre de 2014 ¿se sabe a quién se hace referencia?”, relata el informe.

Las dudas sobre la “verdad” vuelven a brincar sobre cómo fue visto en la normal y después apareció en la lista de los desaparecidos.

También les puedo confirmar que hubo otro normalista infiltrado en Ayotzinapa, y que no ha querido ampliar su declaración.

La tecnología exhibe que los 43 normalistas nunca estuvieron juntos como sostuvo Murillo Karam en su momento. El análisis a las comunicaciones telefónicas entre integrantes de Guerreros Unidos y Policías Municipales muestra que lamentablemente los 43 jóvenes habrían sido asesinados en Iguala, ya que no hay indicios de que los estudiantes fueran trasladados a otros municipios guerrerenses.

“Se considera que no existe evidencia técnica basada en la información disponible que respalda la hipótesis de que, durante los días 26 y 27 de septiembre, los estudiantes fueron trasladados fuera del municipio de Iguala. Igualmente, se considera que es probable que los estudiantes fuesen retenidos en diversas casas de seguridad en el municipio de Iguala”, señala el documento al que tuve acceso.

Mientras tanto, en la llamada “Cuarta Transformación” ya analizan cómo es que los normalistas fueron sacados de Iguala en los días posteriores, no descartando el empleo de distintos métodos de traslado hacia otras poblaciones.

Es por eso que los restos de dos de los tres normalistas identificados por la Universidad de Innsbruck, fueron encontrados en la Barranca de la Carnicería, y no en el Río San Juan como afirmó Jesús Murillo. El caso se sigue complicando y la única “verdad” es que los padres de los 43 normalistas no saben en dónde están sus hijos y la promesa del Presidente López Obrador de “castigo y justicia” para los responsables de su desaparición, no se ha cumplido.

En él baúl. Alguien debería impartir clases de derechos humanos en la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México. ¿Cómo que por qué? A la ombudsperson de Nashelley Ramírez le urge prestar atención al comportamiento de su Secretaria Ejecutiva, Nancy Pérez García. La comisión en la capital no se puede dar el lujo de tratar con desplantes autoritarios ni con berrinches al personal que labora en esa noble Institución.

No son pocos los casos que me cuentan de renuncias de personal con experiencia, probada capacidad y compromiso con la defensa de los derechos humanos, debido a los malos tratos de Pérez García, quien envía mensajes a los celulares personales de los empleados hasta en la madrugada, para obligarlos a regresar a la oficina, después de su hora de salida.

Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!

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