Suicidio, epidemia silenciosa

SIN MIEDO

Josefina Vázquez Mota*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

“Mi vecino intentó suicidarse. Acabo de vivir un momento muy tenso y doloroso. Se los comparto porque sentí una impotencia y rabia por su situación, que tal vez sea la de muchos mexicanos. Tuvo que cerrar su empresa y ahora se quedó sin trabajo, su esposa murió de Covid hace un año”, escribió Adriana.

“Hoy hace cuatro años que se suicidó nuestro hijo Carlos. Tenía 18 años. Subo su foto a menudo para que sepáis quién fue. Un buen hijo, el mejor amigo y el mejor compañero que tuve y tendré. Ojalá se eviten más muertes con las medidas de prevención necesarias. Te quiero hijo. Tu padre”, escribió Carlos.

“Tengo a mi adolescente ingresada ahora mismo (es el tercer ingreso), sin ganas de vivir, ni de avanzar, ni de comer. Y qué culpable me siento de no ser suficiente refugio para ella. Ésa es mi lucha ahora mismo. No hay culpables”, dijo Marta.

“Como sobreviviente a cuatro intentos de suicidio (el primero a los 14) lo único que puedo decir es que la depresión se vuelve tan grande, que la única salida que vemos es la muerte, pero ustedes como padres no tienen la culpa, mucho cariño para ti y tu familia”, redactó Mariana.

“(Carlos) Habrá recibido a Gabriel, que subió al mismo paraíso hace casi un año. También suicidio, tres meses antes de los 18. Ojalá estén bien”, escribió Mercedes.

“No te amargues porque los que intentamos suicidarnos no veíamos más allá que el descansar. Uno no se quiere morir, sólo dejar de sufrir. Es incontrolable y no se piensa. Nos ciega el dolor. Nadie es culpable”, expresó Bela.

“Mi hermano se suicidó también hace cinco años. Tenía 45. Tuvo varios intentos desde más o menos la misma edad de tu hijo (18 años). También era un gran hijo, hermano, amigo y padre”, dijo Cynthia.

“Aquí te habla una persona que tuvo al menos tres intentos de suicidio, y al último casi no sobrevivo. Mi corazón ya no quería latir más. Los padres no tienen la culpa, el dolor que uno siente es tan intenso, que quiere ser libre de ello”, escribió Gabi.

“Yo perdí a mi hijo mayor hace 21 días por suicidio. Me duele el alma su decisión porque nosotros, mi esposo y su hermano, lo amábamos, tenía sólo 20 años, estudiante de veterinaria, muy guapo, inteligente, pero debo de saber que sólo el poder de Dios sanará mi corazón”, comentó Jacqueline.

“Mi primer intento fue a los 18 años. Seguí para delante hasta hace cinco años, con 38 años me diagnosticaron depresión y vivo con un pie en el precipicio todo el tiempo, a pesar de la medicación y terapia siempre ronda por mi cabeza ese deseo de no existir más”, compartió Gisela.

Todos estos testimonios los encontré en las redes sociales, podría seguir escribiéndolos y no terminaría. Apenas el sábado pasado fue el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, son muchas las historias.

La Encuesta Nacional de Salud (Ensanut) reveló que, durante 2020, mil 150 niñas, niños o adolescentes en México decidieron suicidarse, es decir, un promedio de tres casos por día.

No podemos ser indiferentes, es urgente trabajar en la atención integral de la salud mental, en brindar las herramientas necesarias para que el suicidio deje de ser una epidemia silenciosa.

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