Las mujeres en Irán han levantado la voz, han decidido defender su libertad, llevan cuatro décadas de restricciones por el simple hecho de ser mujeres, una de ellas, cubrirse la cabeza y cuello, para eso usan el hiyab (pañuelos o velos).
Hoy las mujeres están al frente de las protestas en aquel país, se reúnen en plazas o en sus calles para quemar sus hiyabs que son de uso obligatorio, además de cortarse el cabello y bailar en público, dado que todo esto lo tienen prohibido.
La causa de esta rebelión es por Mahsa Amni, una estudiante de 22 años, que murió el 16 de septiembre tras ser golpeada por la policía de la moralidad por llevar un hiyab suelto, que permitía se le viera el cuello.
Sus protestas se están extendiendo, ya no son solamente en aldeas lejanas, sino que han llegado a la ciudad de Teherán, la capital.
Los medios de comunicación dan cuenta que el régimen de Irán está sorprendido de que sean las mujeres las que se manifiestan, lo mismo que los hombres iranís, quienes en videos reprochan a las manifestantes y les exigen cubrirse, pues aseguran que les están faltando el respeto.
Entiendo que la cultura y las normas de ese país para las mujeres son diferentes a las nuestras, y que a muchas de ellas las consideran seres inferiores por ser mujeres; de ahí su exclusión para ir a la escuela, para opinar sobre la educación de los hijos, para ejercer su derecho a trabajar o vestir como ellas lo deseen.
Por eso es de relevancia que hoy las mujeres iranís estén en pie de lucha para defender sus derechos, no se trata del hiyab, se trata de la defensa de sus derechos, de exigir ser vistas como personas pensantes, libres, capaces, con voz y voto.
Las notas dan cuenta de que llevan más de cuatro décadas, es decir, 40 años sometidas a restricciones religiosas y sociales por ser mujeres. Tan duras son las restricciones, que por ello hay una policía de la moralidad, que sin pudor ni permiso puede golpearlas hasta quitarles la vida.
El hiyab representa esa libertad que tanto han deseado y anhelado en sus vidas, tal y como lo expresan en diversos videos que hay en las redes sociales. Es impresionante ver que hoy alzan la voz mujeres iranís de todas las edades, abuelas, madres e hijas, y algunos hombres.
En estos videos, las iranís externan que usar el hiyab las hace sentir “que no existo”, que “no tengo rostro ni nombre”; otras más señalan que es una tradición misógina que les impide ser individuos empoderados que toman una decisión personal.
Lo que ocurre en Irán no es un hecho aislado cuando de derechos de las mujeres hablamos, es parte de la lucha que día a día damos las mujeres contra el patriarcado y la misoginia. Es la muestra de la sororidad por ejercer nuestros derechos y por erradicar la violencia hacia nosotras.
Hoy como nunca, las mujeres alzamos la voz y exigimos ser vistas como personas, como iguales, porque nunca una mujer será inferior a un hombre.