Resiliencia frente a la desaceleración

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Después de tres periodos consecutivos de crecimiento trimestral y un avance de la economía en la primera mitad del año de casi 2.0% anual, cifras recientes de julio y agosto apuntan un continuo crecimiento de la economía mexicana, tendencia que posiblemente genere un cuarto avance en el tercer trimestre de este año.

Particularmente me refiero a tres bloques de información. En primer lugar, el avance de la economía en julio medido con el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE, proxi mensual del PIB), que durante julio creció 0.4% respecto a junio, mostró un avance generalizado en los tres grandes sectores, agropecuario, industrial y de servicios. De acuerdo con el IGAE, la economía mexicana durante los primeros siete meses del año ha crecido 1.7% respecto al mismo periodo del año previo.

En segundo lugar, las cifras de empleo de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, en agosto continuó la generación de empleos con una creación de alrededor de 200 mil nuevas plazas de trabajo (la mitad empleos formales y la otra mitad informales); insulso, respecto al año anterior, hay una disminución de la informalidad y de la subocupación.

Finalmente, las estadísticas de comercio exterior de agosto registran buenos resultados en materia de exportaciones e importaciones. En ambos rubros hay un repunte significativo en términos de crecimiento anual que confirman que, a pesar de la desaceleración en Estados Unidos, los envíos manufactureros mexicanos siguen incrementándose tanto en la parte automotriz como en otros sectores muy por arriba de la inflación en ese país. Al mismo tiempo las importaciones no petroleras dan cuenta de un sostenido aumento de la deman-

da interna.

Aunque alentadoras las cifras de actividad productiva arriba mencionadas, e incluso, el consenso del pronóstico del PIB para este año se ha incrementado ligeramente hasta 2.0% desde 1.8%, no son elementos suficientes para echar las campanas al vuelo.

La desaceleración está tocando la puerta, la inflación externa e interna sigue galopante, principalmente en alimentos, que viene acompañada de sendas políticas monetarias restrictivas (ahora se prevé que Banxico suba la tasa de interés de referencia al menos hasta 10% al final del año), hacen previsible un escenario de poco o nulo crecimiento mensual en lo que resta del año; es decir, hacia casi todo el segundo trimestre del año la producción nacional sólo mantendrá su nivel en el mejor de los casos.

Pero las consecuencias de la mayor astringencia monetaria no terminan este año, más bien, el mayor impacto negativo se prevé para el próximo año con una expectativa del consenso de solo 1.3% de avance del PIB.

Un panorama difícil que debe ser analizado con mucha responsabilidad y prudencia por el Congreso para la aprobación del paquete fiscal y económico 2023, pues seguir en campo de las diatribas políticas tratando sólo de descalificar la acción gubernamental, sin propuestas que realmente conlleven a mejorar la eficiencia de las políticas públicas, sólo empeorará el camino a la desaceleración productiva. La ausencia de una crítica activa y creativa ya es bastante notoria y preocupante.

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