Brasil enfrenta a su destino

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Una vez más los sondeos previos a una elección mayor fueron ignorados por la realidad. Brasil acudió a las urnas y lo que prometía ser una victoria sencilla para el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva se convirtió en una carrera parejera contra el actual presidente, Jair Bolsonaro.

En lugar de los más de 10 puntos porcentuales de ventaja que le prometían las encuestadoras, Lula apenas le sacó 5 de ventaja y no alcanzó el ansiado 50% para evitar la segunda vuelta electoral. En un mes se verán las caras de nuevo para definir si Lula alcanza un tercer mandato o si Bolsonaro le da continuidad a su primer gobierno.

En la elección del domingo, Bolsonaro y su partido se anotaron una victoria en las legislativas, dato importante puesto que, de ganar Lula, tendría grandes problemas para conformar una mayoría que le permitiera gobernar y realizar los cambios prometidos en campaña. Bolsonaro fue menospreciado en las encuestas nuevamente y se presenta como un candidato, y un movimiento, más vivo que nunca que aglutina tanto a un sector de las clases adineradas, la derecha, los evangélicos y los amantes de las armas, la milicia y la mano dura del gobierno.

Lula, por su parte, se hizo con los votos de mujeres, zonas marginadas, las juventudes progresistas y aquellos que recuerdan cómo aquel candidato de izquierda hizo crecer la economía de Brasil como nunca, al tiempo que sacó de la pobreza a millones de personas. Sin embargo, éstos son otros tiempos y la bonanza de las materias primas ya no permitiría esa magia. Lula representa ahora al candidato que ajustaría el cinturón a la industria en pro del medio ambiente y el reparto de la riqueza, pero sin bono petrolero.

Brasil lleva unos años en un proceso de polarización que no es desconocido en el clima político actual. Sin embargo, los candidatos actuales presentan carencias que ponen en jaque al votante. Lula, aunque fuera liberado y las causas en su contra archivadas, está manchado por la sombra de la corrupción. Bolsonaro es perseguido por su nepotismo y por su insistencia en debilitar las instituciones democráticas en su afán de regresar a un modelo más dictatorial. Ninguno de los dos tiene un plan de acción claro. Lo que presentan son banderas morales. Lula enarbola la inclusión, el ecologismo y la justicia social. Bolsonaro, la libertad económica, los valores tradicionales familiares y el respeto a la autoridad.

En una elección que sacará más chispas que ideas, Brasil define su futuro. La victoria se dará por un margen escaso que dejará al país en suspenso. La gran pregunta es cómo tomará el que salga derrotado el resultado y si esto llevará a Brasil a una transición en calma. Todo parece indicar lo contrario. Ahora el pueblo tiene la palabra.

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