La semana pasada, la Fundación Dietrich Rall organizó un coloquio en homenaje a Carlos Pereda, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. En los dos días que duró el evento, varios de sus colegas examinamos la rica y extensa obra de Pereda desde distintas perspectivas.
En las discusiones que hubo en el coloquio se abordaron algunos de los temas más conocidos de la filosofía de Pereda, como el de los llamados “vértigos argumentales”, que son debilidades de la razón que nos hacen caer en tendencias que se vuelven inmunes a las objeciones, y sordas a las opciones alternativas. Pereda ofreció una teoría sobre esos vértigos en dos libros publicados en 1994: Razón e incertidumbre y Vértigos argumentales. A estos dos libros fundacionales de la filosofía perediana, les han seguido otros en los que él ha desarrollado la idea de la razón porosa, frente a lo que ha llamado la razón arrogante, textos como, por ejemplo: Crítica de la razón arrogante, de 1999, Los aprendizajes del exilio, de 2008, y Sobre la confianza, de 2009. En el coloquio también se examinaron los dos últimos títulos del autor: Libertad: un panfleto civil, publicado en 2020 y Pensar a México. Entre otros reclamos, de 2021. El primero es un texto muy teórico, en el que Pereda enfrenta el reto de la tercera antinomia kantiana, que contempla la posibilidad de la libertad dentro de un mundo de causas y, el segundo, es un ensayo, acaso menos teórico, pero no por eso menos robusto, sobre las dificultades y los retos a los que se enfrenta nuestra filosofía, para pensar sobre y desde México.
La escritura filosófica de Pereda es muy peculiar: posee un estilo inconfundible, que está íntimamente ligado a un método original, en el que los problemas filosóficos se van rodeando de diversas maneras. Sus estudios filosóficos siempre están ilustrados con ejemplos provenientes de otras disciplinas y, en particular, de la literatura.
Pereda ha desarrollado en años recientes una teoría del pensamiento nómada, en la que ha logrado capturar y replantear muchas de las ideas que había formulado con anterioridad. Su elogio del nomadismo intelectual y vital, nos invita a estar abiertos a nuevas experiencias y nuevas razones, para no quedar atascados en las mismas experiencias y las mismas razones. La filosofía de Pereda, que comenzó como una crítica de la razón humana, y, también, como una pedagogía moral de la razón, con el paso de los años se ha ido convirtiendo en una crítica de la existencia humana, y, también, en una pedagogía moral de la existencia. Por lo mismo, pienso que la filosofía de Carlos Pereda puede inscribirse dentro de la más alta tradición del humanismo ilustrado iberoamericano, tradición en la que destacan figuras como Andrés Bello, Carlos Vaz Ferreira y Alfonso Reyes.