La militarización de México a largo plazo

ES LA ESTRATEGIA...

Rodrigo López San Martín<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Rodrigo López San Martín*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

México tiene décadas en una profunda crisis de inseguridad. La curva de violencia no ha podido ser detenida por ningún gobierno a lo largo de este siglo.

No hace falta levantar una encuesta para saber que, en muchos rincones de este país, la mayoría de la población tiene infinitamente más confianza en las fuerzas armadas que en sus policías estatales y municipales.

Tampoco hacen falta enumerar los testimonios de alcaldes y gobernadores, de distintos partidos, que hablan de lo difícil de formar policías confiables; más aún con el retiro de fondos y apoyos, desde el presupuesto federal, para esa tarea.

Pero la votación del martes pasado en el Senado de la República, donde legisladores de Morena, Partido Verde, PT y un sector del PRI y PRD votaron en favor de mantener al Ejército y la Marina en tareas de seguridad hasta 2028, tiene una trascendencia mayor que podría pasar factura al país en el futuro.

Ahora, con su voto, ya no es sólo Morena, sino una gran parte de nuestra clase política la que ha legitimado el empoderamiento de las fuerzas armadas que se ha dado a lo largo de este sexenio.

Para una democracia, es esencial que sea el poder político, elegido popularmente por la mayoría, el que sea el poder hegemónico del Estado. Hoy, y en adelante, eso está comprometido.

En pocas palabras, esta semana, el PRI y PRD se sumaron a la legitimización de un status quo en el que el Ejercito construye trenes, administra aeropuertos y ahora, hasta líneas aéreas, entre muchas actividades fuera de las que históricamente les corresponden.

Porque, Andrés Manuel López Obrador, anclado en un gran respaldo social y en el control político en la coalición de partidos que lo respalda, aglutina una enorme cantidad de poder. Pero el país no termina en 2024, y quien gane la sucesión, sea de las filas de Morena o de la oposición, difícilmente lo hará en la misma posición de poder que AMLO.

Si el cabildeo y las presiones de altos mandos militares fueron suficientes para doblar posiciones antes irreconciliables de algunos sectores de la oposición, ¿cómo se limitará el papel y el poder de las fuerzas armadas en el futuro?

El debate de esta semana en el Senado pareció darse alrededor de visiones sobre el papel del Ejército y la Marina en la vida nacional, pero los votos de los Senadores respondieron a lógicas políticas y, peor, coyunturales. Sólo el tiempo dirá si esta visión cortoplacista provocó un viraje sin retorno en la vida pública nacional.

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