Ciberacoso, enemigo en casa

SIN MIEDO

Josefina Vázquez Mota*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

En México, 17.7 millones de personas fueron víctimas de ciberacoso en 2021, de acuerdo con el Inegi, y es posible que una de esas víctimas o victimarios, sin saberlo, viva en nuestras casas.

El ciberacoso es una forma de violencia “silenciosa”, que pone en riesgo a nuestras niñas, niños y adolescentes debido a que se trata de la intimidación a través de redes sociales, de chats, de consolas de juegos, entre otros; es repetitivo, sistemático, deliberado, simultáneo y con conducta hostil hacia la víctima.

En el ciberacoso hay dos mundos, el que realizan los compañeros de la misma edad, que desde el anonimato o con su propia identidad agreden y destruyen las vidas de sus pares, y el de los criminales, que viven en las redes sociales a la caza de nuestra niñez y adolescencia para cometer pornografía infantil.

El Estudio iLifebelt 2021 estima que los niños, niñas y adolescentes pueden pasar hasta nueve horas diarias en Internet, de las cuales, al menos el 30% es destinado en redes sociales, desde su teléfono móvil.

La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2021, señala que las niñas, niños y adolescentes de 12 a 19 años son quienes más han vivido casos de ciberacoso (20.1%), 7 de cada 10 han sufrido bullying o ciberbullying.

Lamentablemente, el ciberacoso y ciberbullying provoca que nuestras niñas, niños y adolescentes piensen en el suicidio o lo hayan practicado, como Ximena, que fue víctima de bullying por sus compañeros de escuela, y que, por esta razón, decidió quitarse la vida. Ximena tenía 16 años de edad, y era estudiante del bachillerato Centro Escolar Mariano Piña Olaya, en Puebla.

Pero el ciberacoso también lo cometen los adultos, aquellos que crean perfiles falsos en las redes sociales para hacerse pasar por adolescentes o jóvenes, para ganar su confianza, y posteriormente, solicitarles fotografías íntimas que después distribuyen en todo el mundo a través de páginas de pornografía infantil.

En mi libro Alas rotas contamos el testimonio de Sofía, quien fue víctima de ciberacoso a sus 12 años.

“Recibí el mensaje de Claudio que decía: ‘desde que vi tu foto no puedo dormir. He pensado en conocerte. Tus fotos me encantan. Me gustaría que fuéramos amigos’. Me pidió mi número de teléfono y, obvió, se lo di. Dijo que quería invitarme un juego divertido. Me mandó una foto de su espalda desnuda y me pidió que le enviara una igual. Prometió que nadie vería esas fotos.

“Transcurrieron 15 días desde que compartimos fotos. Claudio me envió una fotografía y un link, había fotos y videos de niñas y niños desnudos de mi edad. Claudio me dijo: ‘no me llamó Claudio, no tengo 15 años, no vivo en tu país. Ahora eres parte de mi colección de muñecas que me dan placer y a mis amigos’”.

Es claro que debemos actuar urgentemente contra estos dos delitos, los que cometen los criminales, y el que llevan a cabo niñas, niños y adolescentes contra sus compañeros.

El ciberacoso está más cerca de lo que imaginamos, está en el interior de nuestros hogares, basta con accesar al mundo digital para que por medio de un click la vida de alguien cambie para siempre.

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