L as noticias de que en Chiapas, en menos de 20 días, se intoxicaron, presuntamente con sustancias ilegales, 116 estudiantes de secundaria, de entre 13 y 14 años, según las autoridades locales, es verdaderamente preocupante y muy grave.
Los cuatro casos de intoxicación masiva, uno en Bochil y tres en Tapachula, merece la atención de todas y todos, pues el tema podría estarse repartiendo en otros centros escolares del país.
No podemos minimizar, bajo ninguna circunstancia, este gravísimo hecho que atropella todos los derechos de las niñas, niños y adolescentes, toda vez que parece o advierte, que el crimen organizado se ha infiltrado hasta en los bebederos de las escuelas.
Desde el Senado, varias voces de todos los grupos parlamentarios hemos externado la exigencia de que se aclaren las intoxicaciones masivas en la entidad, tal y como lo han expresado los padres de familia de las escuelas secundarias Constitución Federal No. 1 y Telesecundaria 388 Ricardo Flores Magón, ambas en Tapachula; y la secundaria Juana de Asbaje, del municipio de Bochil.
Es indispensable que la autoridad competente investigue cómo es que llegan las drogas hasta las escuelas, pues de acuerdo con entrevistas a alumnas de Bochil, en el noticiero de televisión de Denise Maerker, se les venden drogas bajo el engaño de que son dulces.
Por ello, he propuesto la creación de una comisión de legisladoras y legisladores, vinculados por nuestra responsabilidad en el Senado, y de aquellas y aquellos que también estén en interés, para que vayamos directamente a Chiapas a hablar con el gobernador, dar un seguimiento y una vigilancia particular a estos casos, para que no se repita, y para tener claridad sobre el origen que llevó al hospital, en situación de emergencia, a los menores de edad.
Particularmente, cuando en un inicio las autoridades locales negaban que la intoxicación fuese por supuestas sustancias ilegales, pese a que los padres de familia afirmaban que sus hijas e hijos habían dado positivo a cocaína, tras practicarles exámenes toxicológicos, que días después fue confirmado por la Fiscalía estatal.
Los medios de comunicación, tanto locales como nacionales, han señalado que se presume que las y los alumnos están consumiendo voluntariamente e involuntariamente una droga que no ha sido plenamente identificada, pero que podría tratarse de metanfetaminas, cocaína o fentanilo.
Este hecho tan alarmante, no puede quedar como una nota más del día, ni como sucesos aislados, pues estamos hablando de la salud de nuestras niñas, niños y adolescentes.
Las intoxicaciones masivas en Chiapas son un llamado de atención y una señal de alerta, que demuestra que el crimen organizado ya también podría estar dentro de las escuelas de nivel básico, como lo son primarias y secundarias.
Ser indiferentes y omisos nos hace cómplices de la impunidad y la corrupción, pero sobre todo, nos hace cómplices del crimen y la delincuencia organizada, a quienes no les basta con reclutar a nuestros menores, sino que ahora pretende llegar hasta sus salones de clase.