¿Cómo se convierte un post de Facebook en un asesinato? La historia es simple. Karla es una madre trabajadora residente en Soledad de Graciano Sánchez, municipio de San Luis Potosí, quien a mediados de octubre pidió a su prima Nayeli que cuidara de sus hijas menores de edad durante el fin de semana. No era la primera vez que las niñas quedaban a cargo de su tía, quien vivía con su pareja de nombre Víctor. El cuidado de las menores no era gratuito: independientemente del nexo familiar, Nayeli recibía dinero de su prima por el servicio.
Karla sospechó que algo no marchaba bien: mientras hablaba con sus hijas en videoconferencia el viernes 14, su prima cortó la comunicación pretextando que la cámara se había estropeado, pidiéndole recoger a las menores el domingo, no el sábado como habían acordado originalmente. Aun cuando la madre acudió a casa de su prima al día siguiente, nadie le abrió y tuvo que esperar la tarde del domingo para recogerlas. En ese momento, Karla, en compañía de su marido, notó que su hija de dos años presentaba quemaduras en el rostro, las cuales Nayeli intentó justificar como resultado de la exposición al vapor de una “gordita”. Inconforme con la explicación, y después que la pequeña señalara a Víctor como autor de las lesiones, el padre de la niña y el presunto abusador tuvieron un altercado.
La pareja llevó a la pequeña al hospital donde le informaron que, además de las quemaduras de segundo grado en el rostro, tenía tres contusiones graves en la cabeza y una en las costillas. A fin de solventar los gastos del tratamiento médico, Karla publicó un mensaje en su cuenta de FB (acompañado de una imagen donde se aprecian las quemaduras y moretones de la pequeña). Mientras estaba en el hospital, pidió que los hechos fueran denunciados ante las autoridades para evitar la impunidad de los responsables. El post incluyó los perfiles de Nayeli y Víctor, así como una captura de pantalla de Google Maps con la ubicación exacta de su vivienda. La respuesta fue contundente: el mensaje se compartió más de 51 mil veces. No sólo eso, horas más tarde, seis individuos irrumpieron en el domicilio de la pareja y, sin mediar palabra, ambos fueron golpeados, causándole la muerte a Víctor mientras Nayeli tuvo que ser internada en un hospital gravemente lesionada.
Los hechos retratan nuestra realidad. Es indudable que las madres trabajadoras carecen de facilidades para el cuidado de sus hijos. También que la procuración de justicia es lenta y la ciudadanía desespera ante la falta de atención a sus demandas. Karla tenía razones para denunciar el abuso sufrido por su hija y exigir la intervención de la autoridad. No obstante, su llamado en redes sociales se tradujo en la muerte del presunto responsable y la hospitalización de su encubridora. A fin de cuentas, la justicia por propia mano causa más daño que beneficios.