Ni fifís ni plásticos

ELUCIDACIONES

Jorge Camacho<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Jorge Camacho*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.

Entendiendo que los Fifís son presumidos, si es que lo son: bien vestidos, elegantes y distinguidos, no habría por qué tenerlos como enemigos de ningún sistema, cualquiera que este sea, o ignorantes de la vida pública, o ausentes de sentimientos democráticos. Calificar a alguien por su forma de vestir, de vivir y de convivir puede ser el rasgo más cercano al clasismo con que nos podemos encontrar en la actualidad.

El clasismo es un rasgo de discriminación ligado directamente con la propagación propagandística de la actualidad, donde se pretende tener dos bandos. Los buenos contra los malos, los de un pensamiento, contra los de otro, los que apoyan a un sistema, contra los otros. Es el afán permanente de tener en vilo a un grupo social que eventualmente tendrá que tomar partido o lado en la historia.

Entonces ser fifí es tan malo o bueno como se decida lo que se quiere ser, es tan bueno o tan malo como tener aspiraciones, es tan bueno o tan malo como la visión de cada uno de los que se quieran ver.

Asistir a un evento ¿te convierte en fifí?

Ir a alguna escuela y recibir algún tipo de educación ¿te convierte en fifí?

Haber nacido en una familia o en otra ¿te define como fifí?

¿Tendría alguien con condiciones para ser considerado fifí, que renunciar a su condición para entrar al mundo de los bien queridos, entendiendo que los señalados y al parecer no gratos, son los que pueden considerarse cercano al mundo fifí?

Todo esto a cuento de la actualidad que vivimos donde la polarización se está haciendo patente en todos los rubros y en todos los ámbitos.

No es mejor ni peor persona alguien que aspira a cambiar su estatus, más allá de que ahora se estigmatice a quien quiere ser mejor en sus ámbitos de competencia.

El calificativo, por donde se le vea, es la peor forma de selección que pretenden hacer quienes pretenden las mayorías electorales descalificando por estrato social en moda o apariencia.

Me viene a cuento la canción de Rubén Blades, aquella que habla de la sociedad plástica, la que, por tema de conversación, platica qué marca de carro es mejor, de los que prefieren el no comer por las apariencias que se deben tener, etc. Pero que sirve sólo para ejemplificar una sociedad deteriorada y llena de complejos que nada tiene que ver con lo que hoy vivimos.

Las sociedades plásticas en nada se parecen a la polarización que algunos gobernantes pretenden hacernos caer, no es lo mismo vivir en una sociedad con aspiraciones, etiquetada como fifí, que en una sociedad torcida con ideas de engaño por aparentar lo que no son.

No es tiempo de polarizar, de dividir o de marcar y señalar por condición y estatus social. Que eso no marque a nuestra sociedad.

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