Centroamérica y la COP 27

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

La conferencia de la ONU sobre cambio climático del 2022 (COP 27) se llevará a cabo del 6 al 18 de noviembre en Sharm El Sheikh, Egipto. El tema de las finanzas para ayudar a los países afectados a adaptarse y a recibir compensación por pérdidas y daños será central.

Pero México tiene poca legitimidad para proponer porque ni siquiera reconoce que existan desplazados por el cambio climático. ¿Cómo podríamos abogar por ayuda financiera a los países centroamericanos golpeados por huracanes y sequías, cuando no hemos ayudado a que se reconozca que esa región produce migrantes ambientales?

La posición de México oficialmente ha sido sostener que en realidad no hay migrantes por el cambio climático, sino que el calentamiento global exacerba condiciones de inestabilidad preexistentes, provocando que la gente decida salir de sus comunidades. Aunque los desastres ambientales ocurran ahora con mayor frecuencia, supuestamente siempre habían podido ocurrir, igual que las afectaciones indirectas a la agricultura, los arrecifes de coral, etc. De ahí la propuesta de nuestra política exterior de diferenciar la discusión sobre cambio climático de la de migración. El problema es que esta posición conduce a atender la vulnerabilidad de los países expulsores de migrantes, solamente desde una perspectiva de desarrollo y bienestar, de derechos humanos, no tanto de mitigación y adaptación climáticas. Eso hace perder a México influencia sobre la asignación de cientos de millones de dólares, que están en los fondos verdes.

El no haber aceptado oficialmente que existan los migrantes ambientales, ha sido un error histórico de México, máxime que el término es parte de los Acuerdos de Cancún de la convención de 2010.

En su intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU sobre el tema de clima y seguridad, el 23 de septiembre de 2021, el canciller Marcelo Ebrard dijo: “Una propuesta concreta de mi país sobre el tema que hoy nos ocupa sería que, el Consejo de Seguridad solicite al Secretario General incluir alertas tempranas sobre las implicaciones para la seguridad de los efectos adversos del cambio climático, donde y cuando corresponda, como parte del análisis de riesgos en sus informes regulares, mandatados por el Consejo”.

Sin embargo, el cambio climático es lo que los científicos llaman “un problema súper retorcido”. Nadie podía prever que los huracanes Eta y Iota golpearían las costas hondureñas, en noviembre del 2020. O bien ¿cuándo se debe dar una “alerta temprana” de procesos de lenta degradación ambiental? La respuesta es: en cualquier momento. La sequía en la costa del Pacífico y las plagas en las zonas cafetaleras del istmo centroamericano tienen a sus poblaciones con un pie en la parcela y otro en el autobús, listas para buscar el sustento, temporalmente, en la propia región (sólo una pequeña minoría viaja hacia Estados Unidos). Ayudar a obtener recursos para ellas es un deber de México en la COP 27. Ojalá que el miedo irracional que hay al norte del Río Bravo a las caravanas centroamericanas, no convierta en un tabú lo que es nuestra obligación.

Temas: