Garden Grove, California, 2003, Jennette (11 años) siente un dolor en el pezón derecho, se toca y descubre horrorizada que tiene una bola, de inmediato piensa que ha heredado el cáncer de mama que sufre su madre. La niña le pide a Debra, su mamá, que la revise y le dice “Oh, cariño, esta bolita no es cáncer, significa que te están creciendo los senos”, este comentario resulta devastador para la infante. Esta narración es parte del capítulo 25 de la autobiografía de McCurdy: Me alegro de que mi mamá murió, (agosto de 2022), considerado el Bestseller # 1 por el New York Times.
El miedo a la pubertad de McCurdy se debe a que trabaja como niña-actriz desde los seis años, básicamente para cumplir el sueño de su madre y ser el sustento económico de la familia, Debra le dice: “Entre más pequeña te veas, conseguirás más trabajo y serás exitosa”. La pequeña asustada le pregunta si se puede detener su desarrollo, la respuesta es: “Hay un secreto para hacerlo, se llama restricción calórica”, McCurdy, quien se autodescribe como “hija complaciente”, a diferencia de sus tres hermanos que hacen una vida “más normal”, se siente honrada de que su madre le comparta su secreto y se hagan más cercanas, así empieza una dieta que Debra diseña con 1,000 calorías, pero que McCurdy lleva a la mitad para tener “mejores resultados”, le instala el hábito de pesarse y medirse en tallas pequeñas, podemos decir que es un caso de anorexia nerviosa inducida por un adulto, incluye una supervisión vaginal durante el baño, según Debra “para checar el desarrollo”, así lo hace hasta los 17 años en que recayó del cáncer y deja que trabaje sola.
Su dinámica familiar es muy compleja, son mormones practicantes por lo que hacen “escuela en casa” para evitar los pecados del exterior; sin embargo, a Debra su esposo Mark “le perdona” casi todo, como el que tenga un amante que es el padre genético de tres de sus hijos, incluyendo a Jennette.
La anorexia nerviosa es una enfermedad mental grave que se caracteriza por la necesidad de mantener el peso por debajo de lo normal, con un implacable deseo de conseguir la delgadez extrema acompañada de distorsiones cognitivas acerca de la forma del cuerpo y del peso, a pesar de estar por debajo de un “peso sano”, se ven en el espejo obesas.
A los 17 años, McCurdy sufría tanta hambre que “descubrió” el vómito como “método de control de peso” y añadió alcohol “para relajarse”, por ello desarrolló alcoholismo y bulimia nerviosa, la cual, consiste en episodios de atracones de comida acompañados de la sensación de falta de control que se continúa de “conductas compensatorias” (vómito autoinducido, uso de laxantes, ejercicio excesivo y ayunos).
McCurdy tenía 21 años cuando su madre murió, y cayó en depresión, se trató con una coach, la cual diagnosticó “maltrato infantil y abuso sexual”; sin tener ningún punto de referencia la joven abandonó el tratamiento, no estaba lista para hacer un juicio de su madre.
A los 25 años estaba peor de su adicción al alcohol y de la bulimia, entonces inició un tratamiento con un experto en trastornos alimenticios y psicoterapia cognitivo conductual, que le permitió entrar en remisión. Poco a poco ha construido su identidad, dejó la actuación, inició como escritora, guionista y autora de un podcast acerca de salud mental que está en Spotify: Empty Inside podcast.
La importancia de su testimonio nos sirve a todos, ser padres implica abrir un espacio en donde nuestros hijos se desarrollen para hacer sus proyectos y lograr una vida independiente de nosotros. Informarnos para no llevarlos a desarrollar enfermedades mentales, no hacer comentarios acerca del cuerpo de nuestros hijos, darles espacio para estar bien alimentados y hacer ejercicio saludable, pero sin tono de crítica, ayudarlos a aceptar su imagen corporal y su forma de ser emocionalmente.
En las palabras de Donald Winnicott, psicoanalista inglés: “Algunas personas creen que un niño es como arcilla en las manos de un alfarero. Comienzan a moldear al bebé y a sentirse responsables del resultado. Sin embargo, están equivocados. Si usted siente lo mismo, se verá aplastado por una responsabilidad que no le corresponde asumir en absoluto. Si puede aceptar la idea de un bebé como una empresa en marcha, entonces se sentirá libre para interesarse por lo que ocurre en el desarrollo del niño mientras usted disfruta al satisfacer sus necesidades”.