El Trilero y su juego

ELUCIDACIONES

Jorge Camacho*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

“E l trile es un juego de apuestas callejero que consiste en adivinar en cuál de los tres posibles sitios está escondido un objeto que previamente se ha mostrado y se ha movido de sitio varias veces con rapidez”. En este juego siempre gana el trilero excepto cuando alguien del público, previamente en complicidad con aquél, adivina en dónde se encuentra el objeto. Los cómplices se utilizan para animar las apuestas de los incautos espectadores, habitualmente turistas extranjeros. El destape de los aspirantes presidenciales que hizo el Presidente Andrés Manuel López Obrador hace varios meses incomoda porque éstos aparecen como cómplices del trilero, al servicio de su tramoya.

Suele pensarse que la igualdad es repartir entre todos a parte iguales lo que es de todos. Eso no es igualdad, al contrario, resulta una profunda desigualdad, aunque parezca otra cosa. En la actualidad, esta manera de entender la igualdad es clientelismo, es decir, la manipulación de los ciudadanos con fines distintos. Dar no es siempre sinónimo de igualdad, tampoco lo es recibir, aunque en ocasiones sea necesario.

La igualdad no implica uniformidad. La uniformidad es lo que se nos regala como sucedáneo de la igualdad, pero ni siquiera lo es.

La igualdad exige libertad para que cada ciudadano construya su vida según su criterio. En realidad, la igualdad reside en la justicia.

La igualdad sólo se consigue con la aplicación de la justicia. Es una justicia efectiva la que cierra las brechas de desigualdad, la que asegura las mismas oportunidades, la que defiende que cada mexicano puede construir su vida como considere.

En ese sentido hablar del trilero retoma sentido, pues su juego va mucho más allá de sólo poner sobre la mesa el juego, sino utilizando lo que está a su alcance para ser él quien determine el fin del juego. La justicia es el medio del que nos hemos dotado para ser libres e iguales.

Por eso es necesario que la justicia, ahora entendida como el tercer poder, sea independiente, se preste a servir a los ciudadanos y no a sus propios intereses.

En este caso, el trile consiste en aparentar transparencia y equidad de alguien cuyas más recientes actuaciones están vinculadas no sólo con la política sino con el partido Morena.

La pelolita rueda de cubilete en cubilete sin que nadie exclame: ya sé donde está. Lo paradójico es que todos sabemos donde se encuentra, porque lo desveló ya el Presidente. Menos de dos años quedan para las siguientes elecciones presidenciales, y a menos que algo extraordinario suceda, la decisión está tomada.

Ahora sólo resta esperar.

Pero en democracia es necesario exhibir presuntos abusos y denunciar presuntos excesos. El Estado tiene recursos de todo tipo para garantizar unas elecciones limpias y equitativas. El trile no es un juego limpio ni equitativo porque siempre gana el trilero. Unas elecciones no son juego de trile.

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