El año que pasó fue difícil. Casi todo lo que podía haber salido mal, salió mal. En medio de una guerra en Europa y sufriendo todavía los estragos que dejó el Covid en su camino, el mundo enfrentó una situación económica complicada.
El daño económico a causa de la pandemia y de la guerra entre Rusia y Ucrania está a la vista de todos. En concordancia los mercados tuvieron deterioros importantes y la volatilidad observada durante todo el año fue una constante.
A esto hay que agregar una tendencia al alza en las tasas de inflación en todo el mundo, esto en gran medida provocado por la dislocación de las cadenas de suministro a causa de la pandemia, lo que a su vez provocó que los bancos centrales adoptaran una política monetaria restrictiva.
Fue agresivo el incremento de tasas por parte de los bancos centrales a efecto de tratar de disminuir la tendencia de la inflación. Fue una política monetaria que se adoptó en prácticamente todo el mundo y que, por cierto, se espera continúe al menos en los dos primeros trimestres de este año.
Ahora bien, la inflación ya empezó a dar signos de haber llegado a su pico y empezarse a estabilizar. Pero fue tan marcado el incremento en las tasas de interés que, intencionalmente o no, los bancos centrales enfriaron las economías respectivas. A mayores tasas de interés, hay menor inversión productiva y la economía se desacelera o, incluso, se contrae.
De esta manera está cantado que el 2023 vendrá acompañado de una recesión económica. Es difícil calcular el tamaño de dicha recesión y su impacto, pero los pronósticos más optimistas calculan tan solo un crecimiento de entre 1.5 y 1.8 por ciento de la economía global.
Además de la política monetaria restrictiva, hay otros factores que tienen un efecto disruptor en la economía mundial, como lo son la prolongación de la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha provocado un desabasto de energía, principalmente gas, en Europa, y el rebrote de Covid en China.
A mediados de este año se tendrá más certeza del tamaño de la recesión. Aparentemente Estado Unidos muestra mayor resiliencia que Europa, lo cual es buena noticia para México.
En otro tema. Hay que celebrar el músculo de autonomía que mostró la Suprema Corte de Justicia de la Nación con la elección como su presidenta de la ministra Norma Lucía Piña Hernández. Una mujer de carrera judicial comprometida con el Estado de derecho. Este tipo de noticias dan cuenta de la solidez que guardan instituciones de alto valor para la democracia en México.