E l Covid 19 trajo consigo dolor y sufrimiento; sin embargo, no todo ha sido malo. A raíz de su aparición podemos registrar experiencias valiosas y aprendizajes que nos han fortalecido como sociedad.
Uno de los medios de transporte que se vio fortalecido con su aparición fue la bicicleta. Por ejemplo, el sistema de bicicletas compartidas Ecobici, radicado en la Ciudad de México, ha tenido un crecimiento muy importante en número de usuarios y viajes, además de emprender un proceso de renovación y fortalecimiento, llevando sus estaciones y bicicletas a 6 alcaldías, teniendo como objetivo crecer de 480 estaciones a 687, y de 6,500 bicicletas a poco más de 9,300.
Ecobici y la Ciudad de México no son el único ejemplo del auge de la bicicleta. En Nueva York, el programa de bicicletas compartidas City Bike, en febrero del 2020 contaba con 200 bicicletas eléctricas y para el fin del mismo, creció a 3,000, siendo ésta una de las ciudades más conflictivas en materia de movilidad.
Para aquellos que piensan que transportarse en bicicleta se vuelve molesto o incómodo, la bicicleta eléctrica ha permitido a personas de todas las edades, pedalear para transportarse y a la vez mejorar su salud. La bicicleta eléctrica ayuda al usuario a subir esa cuesta sin esfuerzo o cubrir una distancia mucho mayor a la que lograría sin ese soporte. Fue en 1895 cuando Ogden Bolton consiguió la primera patente de una bicicleta con motor eléctrico encima de la rueda trasera. A diferencia de la de Bolton, las opciones actuales son eficientes, ligeras, silenciosas y permiten al ciclista rodar largas distancias con un esfuerzo moderado.
Algunos sectores sociales privilegian por gusto o necesidad el uso de la bicicleta. Por momentos pareciera que los automóviles, a pesar del gran sitio que ocupan en nuestra cultura de la movilidad, se ven amenazados por otros medios de transporte y pierden terreno. Hoy el alto costo de los vehículos, el incremento en las tasas de interés para adquirirlos, aunado al incremento en los precios de los combustibles, además de los costos asociados a los mismos como impuestos, tenencias, seguros y servicios de mantenimiento, son puntos en favor de las bicicletas.
En México durante los dos años de pandemia la demanda de bicicletas creció en un 200 por ciento, vendiéndose en el 2021 cerca de 2 millones de unidades, en comparación con el millón de ellas que se comercializó previo a la aparición del Covid-19. Los crecimientos año contra año en este mercado no rebasaban el 20 por ciento, hasta que el coronavirus apareció. El desajuste de las cadenas de suministro y el incremento en la demanda provocó que los usuarios tuvieran que esperar por meses o incluso más de un año a que sus bicicletas fueran entregadas.
El saldo pendiente se encuentra en la adaptación de la infraestructura urbana para garantizar facilidades y seguridad para que la población, definitivamente, privilegie el uso de la bicicleta por encima del automóvil. Ejemplos de ello existen en países europeos que han logrado diseño de ciudades sostenibles con la bicicleta como el medio de transporte predilecto.