La Cumbre y la diplomacia

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser<br>&nbsp;*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Muchas cosas se podrán decir y especular sobre las relaciones entre los países; sin embargo, en un encuentro de alto nivel como el que se está desarrollando en México no tiene mucho sentido concentrarse en las diferencias.

De esto se encargan las delegaciones, las cuales deben estar trabajando en los asuntos bilaterales y trilaterales. La mayoría de los temas están debatidos, los mandatarios llegan a este tipo de encuentros a trabajar en los detalles, el resto de alguna manera está, por decirlo de forma cotidiana, planchado.

La importancia de estos encuentros es que los mandatarios pueden verse a los ojos y hablar de temas que les son de primera importancia. Difícilmente se sabrá a detalle lo que pudieron conversar López Obrador y Biden en la llamada “Bestia” que los llevó del AIFA a la Ciudad de México. Fue una larga hora en la que lo que lo único que se sabe es que el aeropuerto del sexenio “es muy bonito”, según lo que dijo el Presidente mexicano que le habría dicho Biden.

Las cumbres entre los tres países fueron suspendidas unilateralmente por Donald Trump. El presidente Biden decidió sensatamente echarlas a andar el año pasado, en 2024 la reunión será en Canadá.

De lo que inevitablemente se tendrá que hablar será del T-MEC. La disputa entre los tres países sobre los temas de energía es de la mayor relevancia. Por ahora se está en la discusión, pero si el tema no se resuelve en esta instancia se tendrá que tomar una decisión por parte de un panel de expertos la cual es irrevocable.

Particularmente Canadá trae el asunto en la agenda, el primer ministro hizo saber en su país que el tema se tenía que discutir. Si no hay avances muy probablemente México perderá el debate en función de las reglas del T-MEC y no de la interpretación que se ha venido haciendo.

Con EU, más allá de la singular actitud del Presidente mexicano con Joe Biden, si tomamos en cuenta las muchas referencias que cuestionan dichos y acciones del inquilino de la Casa Blanca, se ha venido dando pasos a una relación de cercanía.

La relación se define fundamentalmente en términos de los ciudadanos. La inevitable integración deja a los dos países más allá de los gobiernos.

Las remesas son prueba de ello porque no importa quién gobierne para que se mantengan en altos niveles, lo que le permite a México atemperar nuestras muchas dificultades económicas. No tiene sentido que ningún gobierno haga ver como propias las remesas cuando se mueven bajo otras dimensiones.

Junto con el T-MEC con EU también tenemos el gran problema de la droga. El fentanilo se ha convertido en un problema de grandes consecuencias para la vida de la Unión Americana. Los dramáticos y brutales niveles de consumo están colocando la vida de muchos estadounidenses en vilo, es el nuevo gran enemigo en el consumo de drogas.

La redetención de Ovidio Guzmán es un hecho, en este sentido, de importancia; sin embargo, como se ha venido mencionando no termina ni por asomo de resolver el problema de fondo. Más allá de que la redetención se haya dado días antes de la Cumbre y que se hable de un “regalo” para Biden, lo cierto es que no se debe soslayar el trabajo de inteligencia de las Fuerzas Armadas y eventualmente de la DEA.

Por más que al Presidente no se le dé la diplomacia, la Cumbre coloca al país en el centro de la política internacional. Es encomiable que López Obrador insista en la necesidad de apoyar a América Latina, pero también es necesario asumir una relación de integración y respeto con América del Norte.

El Presidente era obsequioso con Trump y ahora pierde de vista la clara diferencia que hay entre quién gobernaba EU y quién lo gobierna ahora.

RESQUICIOS.

La muy lamentable fiesta infantil organizada por el futbolista Cata Domínguez del Cruz Azul muestra un alto nivel de insensibilidad ante la situación que vivimos, pero también evidencia las percepciones sobre la delincuencia organizada; el tema no puede pasar por alto.

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