Volaris, patinadas en tierra y aire

GENTE DETRÁS DEL DINERO

Mauricio Flores*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Qué difícil cierre de año tuvieron los clientes de Volaris. Miles de pasajeros quedaron varados y muchos de ellos con sus equipajes perdidos. Como quedó documentado en las redes sociales, fueron terribles las omisiones de planeación de una aerolínea —a cargo de Enrique Beltranena— que transporta una cantidad muy importante de pasajeros.

En víspera de Navidad, alrededor de 200 vuelos fueron cancelados en el Aeropuerto Internacional de Tijuana, centro de operaciones de Volaris. En un principio se pensó que todo se debió a condiciones de clima de diversos aeropuertos en México y Estados Unidos. Sin embargo, miles de clientes y la propia Profeco, del estridente Ricardo Sheffield, fueron testigos de una pésima atención para atender un evento estacional tan evidente como es el clima.

Crónica del desastre: falta de información, sistemas saturados, call center rebasado, pérdida y retraso de equipajes, trato inadecuado del staff de la aerolínea, insuficiencia en el manejo de las compensaciones a los viajeros afectados, quejas sin resolver.

En medio del caos operativo, personal cansado por jornadas extraordinarias, falta de recursos humanos, materiales e informáticos, así como una falta de empatía con viajeros cuyos planes se vieron frustrados, son algunos de los aspectos que quedaron en evidencia.

Tal fue el tiradero que provocó Volaris que en días pasados la columna Shumpeter en The Economist, equiparó la crisis de Volaris con el caos de Southwest en Estados Unidos, que dejó de operar alrededor de 17 mil vuelos, lo que dicen, le costará unos 800 millones de dólares.

Pero algo que no se ha mencionado es que Volaris protagonizó un maltrato a los viajeros antes de que el clima llegara como el pretexto perfecto. En agosto del año pasado, las autoridades de la Secretaría de Marina, a través del vicealmirante Carlos Velázquez Tiscareño, que administran el AICM, acordaron con las aerolíneas recortar temporalmente en 15% sus operaciones para reducir la saturación y evitar inconvenientes por ciertas obras de mantenimiento que deben llevarse a cabo urgentemente.

Peeero a Volaris le valió un pepino el acuerdo y no cumplió. La conclusión de ello es que durante noviembre se vio obligada a realizar otra ola de cancelaciones que dejó un saldo de más de 220 vuelos afectados en afectación a más de 40 mil viajeros, números que sólo se veían en la desaparecida Interjet, de Miguel Alemán.

La compañía responsabilizó al AICM por haberle quitado espacios para aterrizaje y despegue, siendo que ello había sido acordado desde meses anteriores. Ninguna otra aerolínea nacional e internacional tuvo cancelaciones, es decir, es fácil concluir que hicieron los ajustes necesarios para no afectar a los usuarios. No fue el clima, no fue el AICM, fue falta de planeación y de palabra.

Volaris es, sin duda, una aerolínea relevante en el país, pero el trato a sus viajeros parece no serlo para esa empresa. ¿Falta de capacidad o talento? Una compensación, así sea legal u onerosa, no repone una Navidad frustrada, una boda a la que no llegaste, un cumpleaños que quedó sin atender, negocios pendientes. Frustraciones y más frustraciones.

Es deseable que lo indeseable no se vuelva a repetir.

Ley de la Industria Eléctrica, a la basura. Uno de los tantos efectos relacionados con el asunto de la ministra Yasmín Esquivel es que la Ley de la Industria Eléctrica —aprobada como constitucional como un solo voto, es decir controvertible por cualquiera que se ampare— quedara cuestionada en su legalidad para privilegiar el despacho eléctrico de la Comisión Federal de Electricidad por encima de los generadores privados; si así fuera, esa ley, uno de los principales problemas en la relación de México con Estados Unidos y Canadá en el marco del TMEC, podría ser declarada nula y evitar un costoso Panel de Controversias.

No es posible adjudicar esto a una “mente maestra” que decidió provocar la carambola.

La situación, sin embargo, podría ser favorable para el mismo López Obrador pues al anularse la Ley Industria Eléctrica se allana el camino que requiere la secretaria de economía, Raquel Buenrostro, logre un acuerdo favorable con sus pares Mary Ng, de Canadá, y Gina Raimondo, de Estados Unidos, que permita llevar adelante el “Comité de Sustitución de Importaciones” o “Comité Nearshoring”.

Unas por otras.

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