Después de la pandemia, la percepción sobre las necesidades sanitarias ha tenido un reajuste importante; hoy sabemos que la fragilidad de la vida social exige que el derecho a la salud esté plenamente garantizado.
Desafortunadamente, en la mayoría de los países de la región no es así. Nuestros sistemas sufren de desabasto farmacéutico, falta de camas por habitante o condiciones de trabajo dignas para los médicos y enfermeras.
El filósofo inglés Henry Shue en su libro Basic Rights señaló que existen dos derechos básicos: la seguridad y la subsistencia; en éste último se incluyen elementos como gozar de aire y agua pura, de alimentación adecuada, de ropa y vivienda y la salud pública. La idea básica del derecho a la subsistencia, según Shue, es que las personas cuenten con lo necesario para disfrutar de un buen estado de salud y llevar una vida activa.
El derecho a la salud, además, debe considerar la posibilidad de un escenario como en el que estamos. Frente al aumento exponencial de los casos, la escasez de camas, medicinas y respiradores se hace aún más grave. Así, en varios países, los hospitales están saturados y los médicos han tenido que enfrentar decisiones difíciles y ofrecer servicios de salud a los pacientes que tienen más posibilidades de curarse. Estas decisiones se hacen en escenarios de guerra y han sido moralmente controvertidas, pues van en contra del valor incondicionado de cada vida humana.
La semana pasada, la revista Newsweek publicó la lista de los mejores hospitales del mundo para 2023. Los criterios que se utilizaron en la evaluación fueron las puntuaciones para cada hospital en cada una de las cuatro categorías y su ponderado:
1. Recomendación de pares (49% nacional, 5% internacional)
2. Experiencia del paciente (14.5%)
3. Métricas de calidad hospitalaria (29%),
4. Implementación de PROM’s (2.5%).
Las PROM’s (Medidas de resultado informadas por el paciente) son cuestionarios estandarizados y validados aplicados a los pacientes para medir su percepción de su bienestar funcional y calidad de vida.
El hospital mejor evaluado del mundo es la Clínica Mayo en Minnesota, el segundo lugar lo tiene la Clínica Cleveland en Ohio, el tercer puesto lo ocupa el Hospital General de Massachusetts, el cuarto sitio es para el Hospital Johns Hopkins y el quinto lugar lo obtuvo el Hospital General Universitario de Toronto.
Un dato significativo del ranking es que del cuarto lugar en adelante, la mayoría de los hospitales están vinculados a una universidad. Esto, les permite tener investigación y avances en el tratamiento de los pacientes que son menos accesibles en otro tipo de hospitales.
En ese sentido, el vínculo entre el desarrollo científico y un mejor alcance en los servicios relacionados con los Derechos Humanos se ha hecho patente y pienso, además, que debe ser incentivado. Por todo esto, el ranking de mejores hospitales puede servir como un insumo más para reformular nuestros enfoques.