E n diez días, el Instituto Nacional Electoral —tal y como lo conocemos— habrá de reconfigurarse, en términos de la renovación de su presidencia y de tres integrantes de su Consejo General, lo que, por diversos motivos coyunturales, implicará el fin de un capítulo muy relevante en la historia electoral de nuestro país.
Y es que, más allá de la rotación de los miembros del Consejo General cada cierto tiempo, lo cual resulta natural —y absolutamente necesario— en un órgano colegiado como el INE, en los próximos meses el máximo tribunal del país habrá de pronunciarse respecto a la constitucionalidad de los ajustes aprobados mediante el llamado Plan B y determinar si se mantienen o no en firme.
Por lo pronto, el aún presidente del INE, Lorenzo Córdova, realiza una visita de trabajo a Washington, D.C. y a Nueva York, en donde a lo largo de la semana ha sostenido encuentros con representantes de diversos organismos electorales —tanto estadounidenses como internacionales— y en donde también participó en el lanzamiento de la Red Global para Asegurar la Integridad Electoral —tan necesaria por nuestras latitudes en estos tiempos aciagos.
Resulta paradójico que lo que ha sido motivo de enormes críticas y ataques por parte del actual Gobierno respecto a la actuación y funcionamiento general de la autoridad electoral de nuestro país —y que ocasionó la más reciente reforma en materia electoral aprobada hace algunas semanas—, en otras latitudes sea digna de reconocimiento y elogios. El mundo al revés, una vez más.
Entre la variada agenda de Lorenzo, cabe resaltar el encuentro que sostuvo el miércoles pasado con el secretario general de la Organización de los Estados Americanos, Luis Almagro —por cierto, un indeseable más para el actual Gobierno—, quien lamentó que la institucionalidad en México esté en riesgo por motivo del Plan B.
Como era evidente, la ola de críticas provenientes de diversos integrantes de Morena no se hizo esperar, en el sentido de que el viaje realizado es irresponsable, de cara a la entrega-recepción del organismo en los próximos días y de las elecciones locales de este año, ya en puerta.
Pero resulta igualmente paradójico que —como debería de ser— estén tan preocupados en los modos y formas en un momento político-electoral tan complejo y crucial, cuando —justamente— es en lo último en lo que han reparado desde que plantearon y, finalmente, echaron adelante su infame reforma que —una y otra vez— ha sido señalada de poner en riesgo el funcionamiento del máximo órgano electoral y la organización de elecciones en nuestro país.
Esta especie de gira del adiós llegará a su fin el día de hoy. Mientras tanto, el proceso de renovación de la presidencia y las tres consejerías del INE que quedarán vacantes, se acerca ya a la etapa final, que llevará a la definición de las cuatro quintetas de donde deberán salir las y los consejeros que habrán de ocupar el cargo por los próximos nueve años.