Sí estudia derecho

ANTINOMIAS

Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>Antonio Fernández Fernández
Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.Antonio Fernández Fernández larazondemexico

Recientemente se publicó un libro con el título No estudies Derecho, escrito por Juan Jesús Garza Onofre, con ese título parece un consejo disuasorio para quienes consideran estudiar derecho, pero la verdad el libro es muchas cosas, puede ser un libro de chistes sobre abogados, o de anécdotas sobre abogados abusivos, ignorantes, transas, es poco serio o profundo del estudio de la carrera de abogado.

El libro describe a un abogado estereotipado en las viejas películas, donde mayormente describe al litigante, es decir al que lleva juicios, donde parece que la actividad del abogado es, exclusivamente, defender delincuentes y personas malvadas, y que lo único que buscan los abogados es ganar dinero, esto es una distorsión, es la opinión de alguien que no sabe de abogados, pero el autor sí lo sabe y lo utiliza sólo para vender.

Garza Onofre conoce bien el mundo de los abogados y sabe que lo que escribió son cuestiones provocadoras, y como todo buen abogado y aún mejor vendedor, lo usa para llamar la atención, por ello el libro tiene mucha promoción, y claro, no importa que sea a costa de sus colegas abogados, lo importante es vender.

Lo cierto del libro, es que sí existe un gran número de escuelas de derecho, así como de contaduría, administración, etc., y es por una cuestión de mercado, son carreras fáciles de implementar, además de que cuentan con una gran demanda, provocada por el espacio que hay en las escuelas públicas, y eso lo aprovechan las privadas, siendo muy económicas, y la gran mayoría, de baja calidad, lo cual no es culpa del derecho, sino de la situación económica del país, y de la facilidad con la cual la Secretaría de Educación Pública las autoriza.

El libro nos describe que los abogados son conservadores y reaccionarios; el autor se contradice, al señalar que tanto Mussolini y Hitler, como Marx, los detestaban, con ello muestra que, en los gobiernos totalitarios, en las dictaduras o en el comunismo los abogados son incómodos, y no pueden ser considerados ni de derecha o de izquierda, porque hay abogados de todas las ideologías.

En la segunda parte del libro el autor presenta sus propuestas para cambiar la perspectiva del abogado, en la cual señala que deben de ser parte de la transformación del país, sin creer que sólo ellos pueden resolver los problemas del país, deben de generar una cultura de la previsión y no sólo ser los salvadores ante los problemas, deben dejar de ser cuadrados para ser abiertos, liberales e inclusivos.

El libro tiene algunos aciertos, pero pareciera que el autor no ha observado que una gran parte del perfil de los abogados ha cambiado, basta con ver a los nuevos estudiantes de derecho para saber que ya no son ni serán los abogados que nos describe en el libro, ahora la gran mayoría no quiere ser litigante, ahora se interesan en las nuevas áreas del derecho, como el derecho ecológico, los derechos humanos, el derecho energético, financiero, corporativo, comercio electrónico, etcétera.

El derecho por su naturaleza es una profesión controvertida, donde, como en todas las profesiones, hay buenos y malos abogados, y debemos de propugnar por ser mejores personas, ahí estará el verdadero cambio.

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