Algo que distingue a este Gobierno, es la persistencia por la destrucción de las instituciones, ahora la víctima es el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos (Inai).
Es innegable que a este régimen no le gusta la transparencia y la rendición de cuentas, y mucho menos, los derechos ciudadanos como la protección de datos y a la información pública. Y no solo eso, lo que realmente odia, es todo lo que tiene que ver con la ciudadanía.
Es preciso decir que el derecho a la información es parte de la democracia, como la rendición de cuentas y la transparencia, por ello es que en los países demócratas no solo fortalecen a las instituciones encargadas de ello, sino que además respetan su autonomía.
Autonomía que es aborrecida por este gobierno, así lo ha expresado públicamente en las mañaneras cada vez que ataca a los órganos autónomos como el Inai, el INE, el Tribunal Electoral, la Cofece, y no sólo eso, lo mismo hace con instituciones autónomas como la UNAM y la Suprema Corte.
Por supuesto que el mundo ideal de este Gobierno es que no haya rendición de cuentas, para que a su vez, las y los ciudadanos vivamos desinformados y no podamos señalar la corrupción de este régimen.
Lo más lamentable es que no sólo busca destruir al Inai, sino que ya avisaron que desaparecerán la agencia de noticias del Estado, Notimex; así como, la Financiera Nacional de Desarrollo (FND), antes Financiera Rural, creada para apoyar de manera directa al campo mexicano.
La austeridad ha sido la excusa perfecta para la destrucción de las instituciones, el pretexto perfecto para el mundo ideal.
La inoperancia del Inai va permitir que desconozcamos a dónde fue a parar los recursos destinados tanto para Notimex como para Financiera Rural, tal como sucedió con los programas desaparecidos, como escuelas de tiempo completo, estancias infantiles, apoyo a emprendedores, entre otros.
La destrucción de las instituciones no es solamente un tema económico, es el ferviente deseo de controlar todo el Estado mexicano, de apoderarse de cada espacio e institución, porque sólo así se podrá hacer realidad el sueño del inquilino de Palacio Nacional, que es el de regresar al pasado autoritario.
La desaparición de las instituciones es el comienzo de las dictaduras, de los gobiernos autoritarios, de los antidemócratas, de los que buscan enriquecerse a costa del erario público, de los que la ciudadanía no existe para ellos, porque lo único que escuchan y ven, son su voz y su reflejo.
Hoy como nunca, detengamos la destrucción de las instituciones, solo la presión ciudadana lo consigue, así sucedió con el INE, con el Tribunal Electoral, con la Suprema Corte, ahora nos toca defender al Inai.