La inflación es la pérdida en el poder adquisitivo del dinero y, desde el momento en el que el trabajo se paga con dinero, también es la pérdida en el poder adquisitivo del trabajo, por lo que viola el derecho al producto íntegro del mismo, que implica el derecho al poder adquisitivo íntegro del trabajo.
Supongamos una situación inicial en la que el precio de las manzanas es un peso, en la que trabajo ocho horas, en la que me pagan ocho pesos, en la que compro ocho manzanas. Cada hora de trabajo equivale a una manzana.
Supongamos una nueva situación en la que el precio subió a dos pesos, en la que sigo trabajando ocho horas, en la que me siguen pagando ocho pesos, en la que ahora compro cuatro manzanas, cuatro menos, la mitad. Hora cada hora de trabajo equivale a media manzana. Mi trabajo, comparando con la situación inicial, perdió 50 por ciento de su poder adquisitivo.
En la nueva situación trabajo las mismas horas, me pagan lo mismo y, dado que el precio se duplicó, pasando de uno a dos pesos, compro la mitad de manzanas, por lo que aumenta mi escasez (mi disposición de manzanas), y disminuye mi bienestar (que depende de la cantidad de manzanas de las que dispongo).
¿Qué debo hacer (suponiendo que pueda hacerlo), para recuperar el nivel de bienestar que tenía en la situación inicial? Multiplicar por dos mi ingreso para lo cual (una entre varias posibilidades), tengo que multiplicar por dos las horas trabajadas, de tal manera que las cosas queden así: el precio de las manzanas es dos pesos, trabajo 16 horas, me pagan 16 pesos, compro ocho manzanas, vuelvo a tener la misma disposición que tenía en la situación inicial. La pregunta es si vuelvo a tener el mismo nivel de bienestar y la respuesta es no, por una razón muy sencilla: sí, vuelvo a tener la misma cantidad de manzanas, pero ahora me costaron el doble, tanto en dinero (de ocho a dieciséis pesos), como en trabajo (de ocho a dieciséis horas).
¿Qué hubiera pasado si, en comparación con la situación inicial, baja el precio de las manzanas de un peso a cincuenta centavos, trabajo ocho horas y me pagan ocho pesos? Que en esta nueva situación compro dieciséis manzanas, reduzco mi escasez y aumento mi bienestar, el resultado ideal: menor escasez y mayor bienestar.
Es más, si con ocho manzanas tengo suficiente, en esta nueva situación puedo trabajar cuatro horas, me pagan cuatro pesos y, con el precio de las manzanas en cincuenta centavos, compro las ocho manzanas con las que quedo satisfecho. Ahora la misma cantidad de manzanas me cuesta menos, tanto en dinero (de ocho a cuatro pesos), como en trabajo (de ocho a cuatro horas), por lo que mi bienestar aumentó: obtengo lo mismo, pero a cambio de menos dinero y menos trabajo.
Primera conclusión. La inflación, ceteris paribus, tiene el mismo efecto que una baja en la productividad del trabajo: con la misma cantidad del mismo se compra menos. Por eso es que, para mantener el mismo nivel de bienestar, hay que trabajar más. La deflación, ceteris paribus, tiene el mismo efecto que un aumento en la productividad del trabajo: con la misma cantidad del mismo se compra más. Por eso es que, para mantener el mismo nivel de bienestar, puede trabajarse menos.
Dado el efecto que la inflación tiene sobre el bienestar, vuelvo a hacer, por enésima vez, la pregunta: ¿es correcto que el Banco de México tenga metas de inflación?