EU y México saben bien que la migración no va a parar. Lo importante ha sido, es, y será, organizarla y buscar y atemperarla a través de proyectos de colaboración multilaterales, no basta que traten de entenderse, o hacer como si se entendieran, México y EU.
Es una vieja historia que no cambia y que diferentes gobiernos, por lo general, han visto sólo pasar mientras no deja de crecer. La ven pasar a la distancia llenando de promesas y elogios a los migrantes sin que al final cambien las cosas.
Los gobiernos mexicanos se han dedicado a reconocer el valor de las remesas en todos los sentidos, pero sobre todo en lo económico. Hablan del esfuerzo que hacen mujeres y hombres con tal de mandar su dinero trabajando largas jornadas, pero en el fondo no cambia nada el estado de las cosas.
Les ha dado también por, a menudo, ponerse la medalla para tratar de colocar el dinero como parte de sus políticas públicas cuando en el fondo si por algo se van es porque no hay estrategias que les permitan quedarse en el país.
Los migrantes sólo cuentan cuando se trata de las remesas, se está en campaña o cuando se quiere discutir algún tema con EU. Hace algunos años el entrañable y reconocido especialista en la materia Jorge Bustamante, fundador del Colef, nos decía que en la historia de México nunca se ha dado una manifestación de solidaridad en apoyo de los migrantes. Hay manifestaciones de toda índole, pero ninguna que tenga como objetivo apoyar a los migrantes, nos decía, y eso que es uno de los más importantes ingresos para la economía de cientos de miles de familias en el país.
Es probable que el fenómeno de la migración sea uno de los más claramente diagnosticados. Es producto de las condiciones económicas, políticas y sociales que se viven en los países de la región. Los países terminan por expulsar a su gente, pero cuando llega el dinero inmediatamente estiran la mano, porque sin la menor duda atemperan los muchos problemas económicos de nuestras naciones.
Es un asunto que también tiene que ver con la condición humana y con el derecho que se tiene de que las personas se movilicen a su antojo. Es el derecho a migrar y tener la libertad para hacerlo.
El elemento central y detonante sigue siendo el económico. Las condiciones de los países de origen obligan a las personas a buscar una vida mejor, la cual no se les ofrece en sus países. En muchas ocasiones son las propias familias las que alientan la migración, debido a las condiciones en las que se vive con tal de que se evite que sus hijos se integren obligadamente a las pandillas, porque en caso contrario la afectación es para las familias en su conjunto.
Este fenómeno se ha agudizado en los últimos años de manera significativa. Guatemala, Honduras y El Salvador están bajo condiciones económicas adversas. No hay empleo, no hay posibilidad de adquirir una vivienda, y en muchas ocasiones no hay posibilidades de alimentar a las familias, a lo que hay que sumar los deteriorados sistemas de salud y educación.
A los migrantes de estos países ahora hay que considerar a los de otras naciones, como Venezuela y Cuba, debido a las condiciones imperantes en estos países.
Se ha incrementado la migración por la violencia que se vive en muchos barrios de estos países. La brutal presencia de las pandillas obliga a los jóvenes a integrarse o a huir, y junto con ello también está la persecución política, debido a que los gobiernos nacionales y locales están marcados por tintes autoritarios y represivos.
En la mayoría de los casos los migrantes terminan siendo expulsados de todos lados. El Título 42 o el 8 sólo sirve para la esperanza, con ello o sin ello la determinación es forma de vida.
RESQUICIOS
El Presidente ya está en el 2024. Tiene la certeza de que Morena conservará la Presidencia. Lo que quiere es la mayoría calificada en el Congreso y para ello está en uno de sus mejores roles, el activismo político; no se ve por ahora que nadie lo vaya a frenar.