Fracciones y realineación

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

Rafael Solano<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Rafael Solano*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Con el fin de la elección en el Estado de México y en Coahuila, entraremos de lleno a la sucesión presidencial. Como hemos comentado antes, el sexenio ha transcurrido entre tres bloques, el mayoritario (Morena-PVEM-PT), un bloque mediano (PAN-PRI-PRD) y uno más pequeño (MC).

El Pacto por México y sus reformas políticas, fortalecieron a las fracciones en las dirigencias de los partidos, pero cercaron el acceso del resto de las fracciones a candidaturas competitivas, el que mejor entendió las consecuencias político territoriales de estas reformas fue López Obrador, quien, a partir del “Acuerdo de Unidad por la Prosperidad del Pueblo y el Renacimiento de México” de 2017, comenzó a sumar a distintas fracciones locales a su proyecto creando una gran coalición fraccionaria en su movimiento, lo que derivó una elección crítica en 2018, provocando un cambio brusco en el sistema de partidos.

Las fracciones son aquellos grupos fuertemente organizados con cohesión y disciplina que comúnmente operan al interior de los partidos. Básicamente este cambio brusco derivó en que los grandes partidos de la transición se convirtieron en partidos medianos (PRI-PAN) y uno pequeño (PRD), producto de esta realineación fraccionaria de la política nacional.

Con el transcurso del sexenio, el primer bloque, Morena ya no es tan enorme como era al principio; en el segundo bloque, el PAN se ha mantenido como un partido mediano, mientras el PRI se ha venido encogiendo sistemáticamente y el PRD se ha convertido en un partido marginal; y por lo que respecta al bloque Movimiento Ciudadano, camina poco a poco a convertirse en partido mediano, electoralmente este “súper” ciclo electoral terminará este junio de 2023.

A partir de ese mes, veremos nuevos alineamientos de fracciones, todas aquellas que observen que sus aspiraciones cuentan con pocas oportunidades de cumplirse en sus actuales partidos, se moverán. De entrada, hay una característica sistémica y de diseño institucional en nuestro régimen, todos los partidos que no puedan presentar candidatura presidencial, tienen una alta probabilidad de tener menor votación institucional de la que hoy tienen, incluso aunque sus candidatos en lo legislativo alcancen un buen número de posiciones de mayoría. Esto sucede por el efecto de la concurrencia y por el paraguas del presidencialismo.

De ahí vienen decisiones fundamentales que deben tomar los partidos políticos y sus fracciones de cara a la nueva vuelta electoral que comenzará en junio, y por ello las narrativas se van a hacer sentir más. Hasta ahora hay tres estrategias que producen estos bloques: la primera, “Morena ya ganó y es irreversible”, que intenta provocar desánimo entre sus adversarios; la segunda, “hay que ir unidos porque no hay otra forma de ganar”, que intenta estrechar el terreno de opciones; la tercera, “una nueva política frente a los partidos tradicionales”, que intenta ampliar el terreno de opciones electorales.

La comunidad política, las fracciones políticas, están analizando esto. Lo cierto es que la antigua lealtad hacia los partidos en México ha disminuido considerablemente, los partidos vistos como grandes conglomerados para largas carreras políticas prácticamente ya no existen. Por ello, es cada vez más importante poner lupa en los movimientos de las fracciones para observar hacia dónde se están moviendo, hacia dónde se está realineando el sistema de partidos, el sistema político.

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