El acoso sexual es una realidad y es una conducta miserable y cobarde que siempre busca lo privado para ejecutarse, se esconde y se disfraza. La persona acosadora (básicamente hombres) ha aprendido a mentir haciendo uso de los estereotipos en contra de la mujer y de los tabúes socialmente establecidos sobre el sexo.
Ideas como que el hombre llega hasta donde la mujer quiere, que existen las vestimentas provocativas, que las mujeres son histéricas y malentienden han servido como justificaciones para el ejercicio de poder.
Estoy convencida de que las conductas de acoso sexual son iguales en todos lados y vengan de quien vengan. Lo que varía es la intensidad de éstas, las formas en las que se manifiestan y, por supuesto, el contexto, pues parten de un solo origen: el ejercicio de poder que se visualiza como impunidad y que se enmarca en una cultura machista.
Hace unos días presenté la Guía Entendiendo y Atendiendo el Acoso Sexual en el Ámbito Laboral. ¿Por qué escribir sobre acoso sexual? Porque, más allá de las definiciones y de las denuncias que podemos conocer por diferentes medios y de las recomendaciones que se hacen desde un escritorio, lo cierto es que recibir una denuncia, valorarla, investigarla y sancionarla es enfrentarse a un panorama diferente y muy complicado, y más aún cuando el Estado ha depositado en la fuente empleadora la responsabilidad de resolver y sancionar este delito.
¿Cómo entonces debe la fuente empleadora atender el acoso sexual? ¿Cómo hacerlo con perspectiva de género, respetando la presunción de inocencia y sin revictimizar? La verdad es que la tarea no es nada fácil. Con esta guía intento que la persona responsable de atender dentro del ámbito laboral pueda, por un lado, entender la problemática, reconocerla como un problema social que se puede prevenir y eliminar con acciones estratégicas que modifiquen la cultura laboral y por otro, lo pueda atender, es decir, brindarles a las personas colaboradoras espacios seguros y no sexualizados, garantizando la reparación del daño y la no repetición.
Sabemos que son principalmente las mujeres las que reciben las conductas acosadoras, pero dado que es un ejercicio de poder, estas conductas se pueden manifestar también en las mujeres y entre personas del mismo sexo. Los procedimientos de investigación deben, en todos los casos ser transparentes y respetar el debido proceso, porque no hay nada peor que ser omiso, fingir como que no pasa nada y refugiarse en el falso argumento de que las mujeres mienten. Eso sólo empeora el problema.
Contar con un protocolo de atención será la mejor herramienta y la Guía Entendiendo y Atendiendo el Acoso Sexual en el Ámbito laboral, brinda los pasos a seguir, se apoya en ejemplos que permiten visualizar el impacto, analizando los hechos y encontrando las ausencias de consentimiento o bien, cuando está viciado. Clasificando el tipo de acoso sexual: físico, verbal, escrito o coercitivo, y colocándolo en su justa dimensión para actuar en consecuencia.
No hay pretexto, las empresas y la academia tienen siempre que atender el acoso sexual y se debe resolver rápidamente, porque, de lo contrario, serán parte de este terrible flagelo social.