En 2006, AMLO convocó a un plantón en el Paseo de la Reforma y el Zócalo en repudio por la victoria de Felipe Calderón, que se prolongó por 47 días.
Días antes del El Grito el Estado Mayor Presidencial provocó a los manifestantes en el Zócalo y, de acuerdo con Alejandro Encinas, la situación estuvo al borde de un estallido social. En diciembre, Calderón y Ebrard compartieron el Zócalo, pero el Jefe de Gobierno tomó la decisión de tomar distancia con el Presidente.
Ebrard continuó y amplió los programas sociales implementados durante la gestión de AMLO, como la pensión alimenticia para adultos mayores, también creó un programa de becas en prepa para disminuir la deserción. En materia de seguridad se incautaron inmuebles en Tepito e Iztapalapa en donde operaban redes de narcomenudeo y robo de autopartes y continuó con la estrategia del sexenio anterior que le permitió disminuir la delincuencia en 11%.
Creó la Autoridad del Espacio Público bajo el mando del arquitecto Felipe Leal, exdirector de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, quien junto con un equipo de expertos, creó el corredor peatonal de avenida Madero, recuperó el Monumento a la Revolución, avenida Juárez, la Alameda Central, y muchos otros espacios que, junto con el sistema Ecobici, a cargo de Martha Delgado, y el sistema integral de movilidad, le regresaron la ciudad a la gente.
En 2007, la Asamblea Legislativa, con apoyo del GDF, aprobó la interrupción legal del embarazo y en 2009 el matrimonio entre personas del mismo sexo. La primera ley provocó que la PGR interpusiera una acción de inconstitucionalidad que se resolvió a favor del aborto. Así Ebrard decidió dar un paso que ningún otro gobierno en el país se atrevió a dar.
Ebrard estuvo acompañado de un gabinete de camachistas, marcelistas y perredistas. Se rodeó de su círculo cercano y nombró a José Ávila como secretario de Gobierno, a Mario Delgado en Finanzas, a Alejandra Moreno Toscano como autoridad del Centro Histórico, a Leticia Bonifaz como consejera Jurídica, a Malú Micher en el Instituto de las Mujeres, a Martha Delgado en la Secretaría de Medio Ambiente y a Mondragón y Kalb en la Secretaría de Salud.
El resto lo repartió entre López Obrador, Bejarano y el PRD. Fue así como Martí Batres llegó a ocupar la Secretaría de Desarrollo Social, mientras que Joel Ortega, se mantuvo como titular de la Secretaría de Seguridad Pública, cargo que ocupaba desde el caso Tláhuac. A pesar de albergar resentimiento hacia Ebrard desde entonces, Ortega fue ratificado en su puesto y, como Batres, se dedicó a prepararse para competir por la Jefatura de Gobierno.
Sin embargo, en 2008, un operativo fallido en un antro, el New’s Divine, provocó la muerte de 12 adolescentes y tres mujeres policía. Joel Ortega, responsable de la tragedia se aferró a la Secretaría alegando que podría resolver el asunto en tres días. Vergonzosamente, tuvo que ser Ebrard quien lo cesara y dinamitó sus aspiraciones, a la vez que aceptó la renuncia del procurador, Rodolfo Félix. Esto acentuó el resentimiento de Ortega contra el Jefe de Gobierno y abrió la puerta para que llegara a la procuraduría capitalina Miguel Ángel Mancera, entonces subprocurador y de la confianza de AMLO por su ayuda en el desafuero.
En ese entonces, el PRD era dirigido por Jesús Ortega, quien en clara afrenta al obradorismo, impulsó alianzas con el PAN en las elecciones gubernamentales de 2010. El Jefe de Gobierno no veía con malos ojos las alianzas y, a pesar de ser su rival en el 2006, convirtió a Jesús Ortega en su aliado para conseguir la candidatura del PRD en 2012.
Tras meses de tensiones en la izquierda, se publicaron las encuestas que definieron que el candidato sería AMLO. Los Chuchos de Ortega intentaron persuadir a Ebrard para desconocer los resultados. Sin embargo, el Alcalde provocó la furia de una buena parte de los perredistas al decidir respetar el resultado y no dividir a la izquierda frente al impetuoso avance del PRI.
“Marcelo, como Ulises, el de La Odisea, no se dejó cautivar por el canto de las sirenas”, le agradeció López Obrador. Ebrard regresó al Ayuntamiento para concluir su gobierno con las manos vacías pero limpias. Pero en su gabinete y en el PRD, ya lo esperaba la discordia y la traición que le cerraron las puertas del Congreso y que lo obligaron a dejar el país.
Uno no pelea bien por las causas que él mismo moldea: al identificarse, arde con ellas (René Char). Continuará…