La CONADE, condenada a repetir la historia

GENTE COMO UNO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

“Te come el escenario, de ver que ellos traen masajistas y que llegan con su carita a la pista y le ponen y le quitan un no sé qué.… Yo iba sin entrenador. Iba un encargado del equipo, creo que íbamos seis, nada más”, me dijo en 2007 Ana Gabriela Guevara en entrevista para Historias Engarzadas, donde narramos los inicios de su historia y sus grandes glorias.

Integrantes de la selección mexicana de natación artística, con las toallas que venden para costear sus competencias.
Integrantes de la selección mexicana de natación artística, con las toallas que venden para costear sus competencias.

La atleta no reparó en compartir las frustraciones que vivió durante su carrera como velocista, como cuando no logró llegar a la final del Campeonato del Mundo en Sevilla en 1999, por falta de atención a un tema médico.

“Yo me quedé en semifinales por falta de un masaje, ya estaba muy contracturada, no me había hidratado con electrolitos y sales, y con la contractura de las piernas me quedo fuera…”, reveló, además de sus polémicas con patrocinadores y televisoras que le dieron acceso a competencias internacionales.

Ganadora de decenas de medallas en diferentes torneos, Ana Gabriela se retiró como atleta de la escena deportiva en 2008 tras un duro conflicto con la Federación Mexicana de Atletismo, encabezada en ese momento por Mariano Lara, a quien acusó de corrupción y desvío de apoyos internacionales, que impedían que las delegaciones obtuvieran mejores resultados.

Aquella gran atleta, es la misma que hoy que está al frente de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, y que lejos de haber generado un cambio en descargo de la historia que vivió, ningunea la dignidad y el prestigio de sus atletas.

Recuerdo muy bien el enojo que le provocaba su historia, que parece haber olvidado. Y no hay nada más ingrato que olvidar la historia propia y replicar los actos de quienes te lastimaron.

¡Qué mal karma representa la Conade! para las nadadoras Nuria Diosdado y Joana Jiménez, con sus medallas doradas colgadas al pecho, gracias a la iniciativa privada —Fundación Telmex— que brindó los recursos para que pudieran llegar a Somaya Bay.

Recursos que ellas nunca hubieran podido reunir vendiendo trajes de baño o toallas como intentaron hacer, o Tupperwares, que por cierto, la marca lanzó esta semana una botella cuyas ventas, servirán para apoyar al equipo de natación artística.

De las 14 atletas de la selección, seis son integrantes del Ejército Nacional, reciben un sueldo y prestaciones correspondientes a un deportista de alto rendimiento, sin embargo, no les alcanza para costear lo que requiere un deportista de élite.

“Dinero hay… y que se nos haya retirado el apoyo nos da tristeza”, declaró la entrenadora Adriana Loftus, refiriéndose a que en febrero pasado, Ana Gabriela Guevara anunció el retiro de becas y apoyos deportivos a los atletas de disciplinas acuáticas, por un tema legal ajeno a ellos.

Sucede que Kiril Todorov, su expresidente, está en juicio acusado de desvío de recursos y ante esto, la Federación Internacional de Natación, desconoció la presidencia de la Federación y estableció un Comité Estabilizador, cuya validez no reconoce la Conade.

Así los atletas mexicanos quedan entre la espada y la pared, y la triste historia se repite nuevamente: desperdicio de talento y maltrato institucional. ¡Vaya “transformación”!, sin empatía por parte quien fuera el gran orgullo del deporte mexicano, hacia quienes hoy luchan por un lugar en el podio.

Ana Gabriela Guevara ha calificado a las atletas de mentirosas y chantajistas, que “se tiran al piso” y “se hacen víctimas solo por llamar la atención”. Mientras las ganadoras de Tokio 2020, Ale Orozco y Gaby Agúndez, dijeron estar dispuestas a vender sus medallas para llegar a los próximos Juegos Olímpicos.

De verdad, ¿los atletas mexicanos merecen esto? ¿los mexicanos lo merecemos?

Diego Balleza, otro olímpico en Tokio 2020 en clavados, se decantó por vender fotos personales en una popular plataforma de pago donde asegura que le va bien y le podría permitir tener más oportunidad de viajar a París en 2024.

Kevin Berlín, deportista veracruzano que fue cuarto lugar en Tokio 2020, emprendió un negocio de café llamado “Olimpiada Café”; y como ya se sabe, el equipo de nado sincronizado vendió toallas y trajes de baño.

En el caso de Jonathan Paredes, campeón del mundo en clavados de altura en 2017, anunció la subasta de una playera firmada por el futbolista Javier Hernández.

El tiempo corre y lo que resta de 2023 es clave para la clasificación de estos atletas de alto rendimiento que van a contrarreloj para conseguir su clasificación y las condiciones para poder ir a París.

¿Serán nuevamente empresarios de la iniciativa privada quienes se apiaden pagando boletos de avión, mientras que la Conade opta por seguir cavando su tumba, en su propio desprestigio y la frustración de nuestros atletas? La moneda está en el aire…

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