“La pandemia dejó a muchos chicos aislados, lo que lleva a la depresión”

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

El aumento en casos de ansiedad y depresión tiene un motivo. A dos años de que se dio el encierro por la pandemia de Covid-19, apenas estamos empezando a ver los grandes daños colaterales que causó a la población. Muchas de las consecuencias han sido para los adolescentes, quienes se perdieron un momento clave en su vida para aprender a socializar.

Platicamos con Lola Lichtenberg, terapeuta especialista en adolescentes.

LOLA LICHTENBERG (LL): Sí, lo que sucede es que, durante la pandemia, como todos ya sabemos, nos tuvimos que encerrar por un tiempo prolongado y evitar los contactos sociales en muchos casos. Para los niños y adolescentes que están en el desarrollo de habilidades sociales, y al tener esta imposibilidad para seguir desarrollándose, en muchos de los casos simplemente se detuvieron, se pausaron, y al término de la pandemia regresaron a seguir desarrollándolas donde se quedaron. Algunos de ellos nunca se pausaron, porque sí hubo gente que nunca dejó de socializar, por lo menos con un grupo reducido, y hubo otros casos de chicos que, al pausar el desarrollo de habilidades sociales, incluso se fueron hacia atrás. Lo que estamos viendo ahorita es un grupo de muchachos y de niños con muy escasas habilidades sociales, con un alto grado de introversión y de aislamiento, que los lleva a estados depresivos, ansiosos, leves a moderados.

BIBIANA BELSASSO (BB): ¿De qué edades más o menos estamos hablando?

LL: Muchos eran niños al entrar a la pandemia, pero salieron pubertos de la pandemia, la pandemia nos duró dos años y medio, tres años, a que la gente volviera a entablar relaciones sociales normales. Puede haber niños que entraron a la pandemia de diez años, pero salieron de 13. ¿Cuál es el parteaguas ahí? Conforme comienza la pubertad y las hormonas empiezan a circular, entonces comienza a darse todo un proceso de mayor necesidad de socialización y de desarrollo de la socialización en los chicos, y de una vivencia sumamente intensa emocional de la vida, entonces todos los altibajos se viven con gran intensidad y de ahí que se volvió muy fuerte para ellos todo el proceso. Entonces estamos hablando de un rango de niños que entraron a la pandemia de los 10 a los 18 años, que ahorita tendrán de 13 a 21, que están en esta situación.

BB: Ésta es la razón por la cual estamos viendo los dos lados del péndulo, chavos tranquilos, introvertidos, con otros agresivos.

LL: Estamos viendo un incremento de la violencia en la forma en que se vinculan, un incremento de actitudes autodestructivas. Hay que entender que están ellos en un mundo donde se ha incrementado muchísimo la violencia en general, socialmente, y en nuestro país la inseguridad. Hoy los chicos no están exentos de la violencia de los adultos, junto con un incremento también de consumo y venta de sustancias, que, a su vez, incrementa todo eso. Con esto no estoy hablando nada más de sustancias “ilegales”. Pues muchos chicos empiezan a engancharse en el alcohol, la nicotina, se agarran de “lo que pueden para sentirse un poco mejor”, con esto tenemos niños y jóvenes con situaciones mentales muy inadecuadas, muy malas, de riesgo.

Todo el espectro poblacional tuvo efectos serios en la salud mental durante y después de la pandemia. El tema es ver el grado de afectación y cómo poder ayudar y apoyar (a niños y adolescentes), y para eso también nos tenemos que revisar a nosotros como padres, como educadores

BB: Si a eso le agregamos que hay muchísima gente que tuvo conflictos durante la pandemia, el encierro también generó violencia en los hogares, hubo un incremento en los divorcios, aumentaron las situaciones de acoso y abuso sexual, ¿cómo repercute en los chavos?

LL: Hay que entender, incluso estudios al respecto de esto desde los años 50 del siglo pasado, donde se ponían un alto número de ratas, de animales, en una jaula, y se veía qué ocurría. Al ir incrementando la cantidad de personas en un lugar reducido sucede lo mismo que con aquellas ratas, que se incrementaba la violencia entre ellas. ¿Qué ocurre si de repente estamos todos en un espacio más reducido y no podemos salir? Pues se incrementan los roces y la violencia.

BB: ¿Cómo detectar si tenemos hijos que pudieran estar pasando por un mal momento, por crisis de ansiedad o cuadros de depresión?

LL: Ansiedad y depresión, quiero decir que no nada más el espectro de niños y adolescentes están en esto, también adultos. Todo el espectro poblacional tuvo efectos serios en la salud mental durante y después de la pandemia. En el caso de los niños y adolescentes, hay ciertas necesidades y la cuestión de las hormonas que hacen ciertas particularidades. ¿Qué es lo que podemos observar en nuestros niños y adolescentes? Bueno, cambios, cambios en sus rutinas de sueño, sus rutinas de alimentación, de socialización, hay que estar alertas, lo más probable es que todos están afectados. El tema es ver el grado de afectación y cómo poder ayudarlos y apoyarlos, y para eso también nos tenemos que revisar a nosotros como padres, como educadores, como trabajadores de la salud mental, ¿cómo estamos?, ¿qué necesitamos?, ¿cómo ayudarnos a nosotros para nosotros estar en cierto balance y, a partir de ahí, poder valorar a nuestros chicos? Si no, con qué ojos de claridad podemos hacerlo.

Todo el espectro poblacional tuvo efectos serios en la salud mental durante y después de la pandemia. El tema es ver el grado de afectación y cómo poder ayudar y apoyar (a niños y adolescentes), y para eso también nos tenemos que revisar a nosotros como padres, como educadores

BB: ¿En adultos, como superar la crisis de la pandemia?

LL: Tenemos que encontrar un balance económico, con la familia, buscar rutinas saludables que nos ayuden, ¿a qué me refiero con eso? Buenas rutinas de sueño, que un buen sueño empieza y termina en la noche, no en el día, porque altera completamente los ritmos y eso nos altera en la bioquímica del cuerpo y obviamente del cerebro. Después, buenas rutinas alimentarias, tomar líquidos y hacer ejercicio, especialmente aeróbico, y de preferencia al aire libre, que nos fue vedado por algún tiempo y que también es parte muy necesaria de la salud mental. Somos seres sociales y necesitamos el contacto con otras personas y con la naturaleza para poder estar en salud mental. Tan es así, que la gente recluida, en reclusorios, por ejemplo, necesitan sacarlos a la luz y a dar la vuelta porque si no, empiezan a tener problemas mentales, serios y severos. Hay que recuperar nuestra salud y nuestro balance personal, todos nosotros, y a partir de eso es más fácil poder detectar en nuestros chicos, en casa y en las zonas de trabajo, pues cómo se encuentra la gente a nuestro alrededor.

Estar atentos a si hay aislamiento, tratar de entablar comunicación con los chavos es muy difícil cuando tú eres el padre o la madre, porque estás en un mal lugar. Los adolescentes están justo en un periodo de tratar de independizarse de los padres y de lograr ser individuos por sí mismos, entonces es difícil el proceso de acercarse a los chicos, nos van a rechazar muchas veces. No obstante, hay que seguirlo intentando porque lo necesitan. En muchos casos, si vemos que no lo logramos, pues ayudarnos de profesionales en salud mental para terciar un poquito a través de ellos la comunicación y que se logre ese acercamiento para sacar a los chicos del aislamiento. Igual cuando están comportándose y comunicándose muy violentamente con la familia o con otros pares, hay que atenderlos y enseñarles nuevamente otra manera de comunicación menos violenta y darles otros canales para poder sacar todo el enojo y toda la frustración, obviamente acumulada tras esa situación de pandemia en donde se vieron limitados a poder tener un desarrollo adecuado y normal a su persona.

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