Después de meses de planeación y preparación, Ucrania ha lanzado su tercera contraofensiva para recuperar parte del territorio ilegalmente ocupado por Rusia. En su primera reacción, entre febrero y marzo del 2022, el ejército ucraniano logró detener y repeler el avance que pretendía invadir la capital, Kiev, y apoderarse de todo el país. En la segunda respuesta, en septiembre, lograron recuperar más de 6 mil kilómetros cuadrados en las regiones de Járkov y Jerson, al noreste y suroeste de Ucrania.
Durante el invierno y la primavera, las líneas de combate entre ambas naciones prácticamente se mantuvieron en el mismo sitio, pues los únicos combates intensos se registraron en la región de Donetsk, al este del país, en donde el ejército ruso concentró todos sus esfuerzos para tratar de capturar la ciudad de Bajmut. Entre diciembre del 2022 y mayo del 2023, Putin lanzó a la muerte a más de 100 mil rusos para avanzar sólo 15 kilómetros y tomar una pequeña ciudad de 70 mil habitantes (antes de la guerra) sin verdadera importancia estratégica. Ésta ha sido la batalla más sangrienta hasta el momento y, a pesar de que para Ucrania representó una importante cantidad de bajas y finalmente tuvieron que retirarse hace algunas semanas, devastó al ejército ruso (y a grupos paramilitares como Wagner), además de que desnudó la incapacidad y caos de las fuerzas de Putin.
En sólo unas cuantas horas que lleva iniciada la tercera contraofensiva ucraniana, han logrado recuperar casi 2 kilómetros de los 15 que Rusia avanzó en Bajmut en medio año. Sin embargo, el foco principal de Ucrania no parece ser el este, sino la región sur de Zaporiyia. Hasta el momento de escribir este texto, se ha confirmado la liberación de tres pequeñas localidades y avances de varias decenas de kilómetros en varios puntos del frente, lo que indica que la primera línea de defensa rusa se ha comenzado a romper. La tarea por delante de las fuerzas de defensa de Ucrania no es sencilla, pues durante el año y medio que la región ha sido ocupada, Rusia se encargó de construir enormes trincheras y fortificaciones a lo largo de toda la región, mismas que ha llenado con los cientos de miles de rusos que han sido arrancados de su vida cotidiana y lanzados a la guerra como parte del reclutamiento obligatorio que ha hecho el régimen de Putin.
Hasta este momento, el régimen ruso no cuenta con las capacidades materiales, humanas ni logísticas para lanzar una nueva ofensiva, por lo que todo su papel en las siguientes semanas se limitará a tratar de resistir y detener lo más que puedan el avance ucraniano, cuya vanguardia tiene los nuevos equipamientos militares recibidos desde las naciones aliadas, así como las decenas de miles de tropas entrenadas fuera de Ucrania. En parte por ello es que presumiblemente han destruido múltiples presas y atacado nuevamente centros urbanos, pero eso difícilmente parará a una nación movilizada para expulsar a los invasores. En las siguientes semanas veremos hacia dónde decide avanzar Ucrania y las consecuencias que tendrá en la narrativa y acciones de Putin. La tercera contraofensiva ha comenzado, ¿hasta dónde llegará y qué consecuencias tendrá para el régimen de Putin? Lo averiguaremos.