La paridad peso-dólar sigue sorprendiendo a doctos y legos en economía, su apreciación constante es motivo de beneplácito para algunos y preocupación para otros.
En tan sólo este año, la moneda mexicana ha venido fortaleciéndose hasta alcanzar un nivel cercano a los 17 pesos por dólar; es decir, ha registrado una apreciación del 13%, movimiento que, sin lugar a duda, posiciona al peso como una de las monedas más fuertes de los mercados emergentes.
Para entender de manera más precisa las razones que explican la fortaleza del peso frente al dólar, hay que tener muy claro que el tipo de cambio es un precio que, bajo condiciones de libre flotación, su nivel viene determinado principalmente por las condiciones de oferta y demanda de dólares, por tanto, no necesariamente es un indicador del buen o mal desempeño de un gobierno, aunque si refleja la estabilidad que éste imprime a la economía a través de sus políticas públicas.
En adición, existen factores derivados de las condiciones financieras y monetarias a nivel internacional, que afectan la paridad cambiaria. Ya es bastante conocida la narrativa que explica la fortaleza de la moneda mexicana, entre las que podemos destacar dos en especial: (1) el debilitamiento del dólar frente al conjunto de monedas emergentes que anticipa la próxima recesión en Estados Unidos. Se trata, en consecuencia, de un fenómeno global donde varias monedas, especialmente en Latinoamérica, han mostrado una fortaleza significativa; (2) el aumento de la tasa de interés por parte del Banxico y la perspectiva de que permanecerá alta en los próximos meses apuntando un fuerte diferencial de tasas respecto a Estados Unidos, hecho que seguirá motivando la entrada de capitales.
Si bien estas razones son bastante fuertes y las principales a mi parecer, para respaldar la actual posición del peso frente al dólar, también existen causas “estructurales” que apoyan la paridad cambiaria.
En primer lugar, la demanda de dólares no muestra una presión significativa, debido a que el déficit externo o de la cuenta corriente es financiado con la entrada de la Inversión Extranjera Directa. Durante el primer trimestre del año ésta última era equivalente a 1.3 veces el déficit externo. En segundo lugar, el balance del sector público en el primer trimestre fue mejor a lo programado, y es previsible que este año las finanzas públicas tampoco pongan en riesgo a la estabilidad macroeconómica.
Finalmente, las reservas internacionales alcanzan un nivel alto de 203 mil millones de dólares que da fuerza al Banxico y certeza al mercado frente cualquier ataque especulativo.
La pregunta fundamental es si el nivel alcanzado por el tipo de cambio es conveniente, pues la apreciación de 11% de la paridad real (ajustada por los diferenciales de inflación) respecto a su nivel de los últimos seis años, comenzará a dañar a varios segmentos económicos. En primer lugar, resta competitividad al sector exportador y alienta las importaciones haciendo más hostil la competencia para los productores internos y disminuye el poder adquisitivo de las remesas, entre otros factores.
El segundo lugar, a pesar de que algunas voces posicionan a la actual fortaleza del tipo de cambio como una de las virtudes económicas de la actual administración, una apreciación de la moneda disminuye en pesos los ingresos por exportaciones petroleras a la par que, en un contexto de altas tasas de interés que implican un mayor costo de la deuda pública, poniendo en riesgo las finanzas públicas.
Si bien el balance actual de la fortaleza cambiaria sigue positivo (es un elemento fundamental para bajar la inflación) y refleja madurez de la economía mexicana, sería deseable un nivel que no afecte la competitividad de la economía y las finanzas públicas.