“La madrugada del pasado 13 de junio un grupo de personas no identificadas entró a las instalaciones del Centro para la Sustentabilidad Incalli Ixcahuicopa…con el fin de agredir al investigador”, dice el comunicado que informó sobre la muerte de Álvaro Arvizu Aguiñiga, quien luchaba por el cuidado del agua.
La policía reportó a Álvaro como “lesionado por hacha”…
El investigador pertenecía a la Universidad Autónoma Metropolitana, que junto con otras organizaciones forman un grupo que lleva más de una década promoviendo la Ley General del Agua, que entre otras cosas, busca frenar el tráfico del líquido.
Sí, porque aquí también se trafica con el agua…
Fue atacado en Tlalmanalco, Estado de México, donde apenas un día antes, otro ambientalista fue asesinado: Cuauhtémoc Márquez Fernández, investigador en agroecología y apicultura, defensor de derechos humanos y doctor de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, quien fue agredido en su casa de la Cañada del Agua y murió después en el hospital de Zentlalpan.
“Lo anterior deja en evidencia el grave riesgo que corren las personas defensoras de Derechos Humanos en México y particularmente en el Estado de México, quien se consolida como uno de los estados más peligrosos para la labor de defensa de los derechos humanos”, señala el comunicado del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero, que hizo un llamado directamente al Presidente de México y a Luisa María Alcalde Luján, nueva titular de la Secretaría de Gobernación.
Y es que en lo que va del 2023, al menos 6 defensores ambientales han sido asesinados en Guerrero, Michoacán y Estado de México, y no se trata de hechos aislados porque hace ya varios años que México es considerado una zona roja para los ambientalistas.
En su informe de 2021, la organización Global Witness nos calificó como el país más mortífero para los defensores del medio ambiente, con 54 personas asesinadas por defender sus recursos naturales o su tierra.
Esto significó un aumento de la cifra que en 2020 dejó documentados 30 asesinatos, de los cuales casi la mitad eran indígenas y más del 30% fueron considerados como desapariciones forzadas.
Global Witness señala que México se ha convertido “en los últimos diez años en uno de los lugares más peligrosos para los defensores de la tierra y el medio ambiente, con 154 casos documentados”, 131 de ellos ocurridos entre 2017 y 2021.
Por su parte, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) describió el 2022 como un tercer año letal para los defensores del medio ambiente. Registró 24 muertes violentas de activistas y al menos 582 agresiones durante el año pasado.
Intimidación, hostigamiento, amenazas y agresiones físicas fueron las acciones más recurrentes de las que hubo información, además de detenciones arbitrarias, despojos, uso indebido de la fuerza, difamación y 9 desapariciones, 2 de ellas cometidas por autoridades del Estado.
El estado de Guerrero registra, para el Cemda, el mayor número de agresiones letales.
Chihuahua, Oaxaca y Puebla le siguen en índice de riesgo, pero también Sonora, Jalisco, Morelos, Hidalgo, Chiapas, Michoacán y Yucatán no están exentas de este tipo de agresiones, donde el nivel de impunidad es casi del 100%.
Yucatán es uno de los estados que más sorprende, al ocupar el segundo lugar en este tipo de delitos en 2021, cuando hace unos años ni siquiera figuraba en la lista.
El Cemda explica que el fenómeno puede estar directamente relacionado con la construcción del Tren Maya, con las granjas porcícolas y el desarrollo de la industria fotovoltaica.
Señalan que Yucatán es un claro ejemplo de la forma en que impactan los temas políticos y judiciales en la generación de violencia, que se acrecentó desde que en Palacio Nacional se ha señalado que “la defensa del medio ambiente es una actividad propia de neoliberales”.
Lo complejo de este fenómeno es que no hay un blanco en particular. La realidad es que entre quienes protegen el medio ambiente, nadie está a salvo, porque lo mismo han muerto investigadores y catedráticos, que miembros de organizaciones, campesinos, líderes indígenas y protectores de tradiciones ancestrales.
Que gran drama resulta el hecho de que en nuestras grandes riquezas, también esté una de nuestras grandes tragedias; porque siendo México un país excepcionalmente bendecido en recursos naturales, su mala administración y cuidado, los han convertido ya en otro blanco de violencia en el país…