La Encuesta de ingresos 2022

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

El primer round de la sucesión presidencial se ha peleado en torno a conceptos de justicia social. Los obradoristas lanzaron desde el inicio del gobierno la crítica al “echaleganismo” o sea la percepción de que, en la sociedad, a pesar de poner esfuerzo y trabajo, el ascenso social no siempre es posible.

El éxito no sería mérito individual, habría factores estructurales como posición social y contexto familiar. A pesar de ello, la propuesta de Xóchitl Gálvez ha pegado duro con una narrativa cercana al “echaleganismo”, por destacar su trayectoria desde vendedora de gelatinas hasta empresaria y política exitosa.

A partir de la nueva Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022 (ENIGH), hay materia para defender ambas posiciones. Se confirma que las brechas salariales son grandes cuando se trata de grupos excluidos como personas con discapacidad, indígenas y mujeres. Pero también se confirma la importancia del esfuerzo y del mérito mismos: quien estudia más, gana más dinero. Por nivel de escolaridad, el ingreso promedio trimestral más alto corresponde a personas con posgrado (completo o incompleto), con casi 90 mil pesos. En cambio, quienes sólo tienen estudios de primaria completa tuvieron un ingreso promedio trimestral 13 mil 500 pesos.

Una excelente noticia es que, según la ENIGH, la brecha de ingresos entre los más pobres y los más adinerados disminuyó. Los más necesitados ganan 20.4 por ciento más que en 2016. Los más ricos tienen ingresos 13.2 por ciento menos que durante el mismo periodo. ¿A quién le debemos que los más pobres ganen más? En primer lugar, al movimiento obrero internacional. Se trata de un logro de política laboral resultado de la presión de sindicatos (incluidos de Estados Unidos y Canadá). ¡Trabajadores de todos los países, uníos! Desde luego, ello no hubiera sido posible sin la desindexación del salario mínimo que ocurrió desde 2016 y los aumentos al salario mínimo empujados durante esta administración.

En cambio, el enfoque de transferencias monetarias universales, en vez de focalizadas, de la 4T, no ha favorecido a los más pobres. De acuerdo con los análisis de la ENIGH que hizo Máximo Ernesto Jaramillo-Molina en Twitter (perdón, en X), el “primero los pobres” fue mentira pues, para 2022, los hogares más pobres recibían menos programas sociales que en el sexenio anterior. Y los más adinerados reciben el triple.

Volviendo a la sucesión presidencial, detrás de los estereotipos del “echaleganismo” contra el “universalismo para los ricos” hay un verdadero debate de justicia social que puede abordarse también con los datos de la ENIGH. La solución no está sólo en uno de los dos extremos. Xóchitl Gálvez tiene razón en enfatizar el trabajo, el esfuerzo y la necesidad de darle acceso a los jóvenes a programas de capacitación para mejorar sus habilidades laborales. Claramente, a mayor educación, mayor ingreso. No sabemos si esa correlación cambiará por las actuales políticas educativas, menos meritocráticas. Pero, como repite Claudia Sheinbaum, la educación es un derecho.

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