Una anatomía del malestar

APUNTES DE LA ALDEA GLOBAL

El politólogo colombiano, Mauricio García Villegas, en un fotograma de una charla virtual.
El politólogo colombiano, Mauricio García Villegas, en un fotograma de una charla virtual. Foto: Especial

Mauricio García Villegas es un politólogo colombiano, formado en la Universidad Católica de Lovaina, que en los últimos años ha intentado explicar la prolongada crisis de su país a partir de una corriente de pensamiento, que tiene a Baruch Spinoza como figura central, y que piensa la política desde el territorio de las emociones. El fallecido filósofo italiano Remo Bodei llamó al proyecto ético de Spinoza “geometría de las pasiones”.

Algo de aquella combinación de exactitud matemática y especulación moral se encuentra en los ensayos de García Villegas. En El país de las emociones tristes (Ariel, 2020), el ensayista colombiano se propuso explorar la larga data de la guerra y el narcotráfico, los estallidos sociales y las feroces pugnas políticas, como obras de la socialización de sentimientos como la furia y el odio. En su libro más reciente, El viejo malestar del Nuevo Mundo (Ariel, 2023), extiende el enfoque a toda América Latina y el Caribe.

Quien siga diariamente la realidad política latinoamericana, sobre todo en los años recientes, encontrará un mundo como el retratado por Simón Bolívar en sus últimas cartas, regido por la frustración y el malestar. Las evidencias de esos sentimientos se reflejan en los altos índices de desconfianza hacia las instituciones democráticas, pero también en la ascendente desaprobación de toda la clase política, gobernante u opositora.

Las altas mediciones de la felicidad latinoamericana suelen ser engañosas porque, por lo general, reflejan estados de ánimos personales y no colectivos. Si esas mediciones se armaran a partir de preguntas que indagan las relaciones entre la sociedad y el Estado, como hace regularmente Latinobarómetro, revelarían un panorama de infortunios y pesares como el que capta García Villegas en sus libros.

Deliberadamente, el ensayista sigue un método que no respeta la historia cronológica de la región. En una página puede haber alusiones al estilo polarizador de líderes de la izquierda reciente, como Hugo Chávez y Evo Morales, en la siguiente una serie de glosas de historiadores de las guerras civiles del siglo XIX como el peruano Jorge Basadre o el uruguayo Carlos M. Rama, y en otra más adelante, semblanzas del peronismo y el varguismo.

Dos de las emociones que recorre García Villegas en su último libro, de proyección más latinoamericana, son el miedo y la desconfianza. Recuerda el ensayista el estudio clásico del historiador francés Jean Delumeau sobre el miedo en Occidente y encuentra que desde los tiempos barrocos, marcados por la “teología mundana” de las Leyes de Indias, proliferaron en tierras americanas sociedades atemorizadas por la esclavitud, la servidumbre y el Santo Oficio.

El miedo acumulado desde los tiempos coloniales dio paso a una cultura del desencanto republicano que es reconocible ya desde la primera mitad del siglo XIX. El romanticismo latinoamericano, que podría personificarse en el venezolano y chileno Andrés Bello o el cubano y mexicano José María Heredia, está profundamente atravesado por el desaliento que siguió a las utopías republicanas de la independencia.

Al miedo y la desconfianza, García Villegas agrega el delirio como vocación continental, siguiendo de cerca otro libro reciente de un ensayista colombiano, Carlos Granés, justamente titulado Delirio americano (Taurus, 2022). El delirio ha sido constitutivo de la literatura y la política, el arte y el derecho, en América Latina, en doscientos años de vida independiente.

Podría asociarse esa formulación con las fáciles metáforas del realismo mágico, pero el proyecto de García Villegas busca exponer los dilemas de la moral pública en una cultura del malestar. Al final, ese “aire de familia”, como diría Carlos Monsiváis, que vagamente identifica a los países de la región, estaría más asociado a la tristeza y la melancolía que a la fiesta o el jolgorio de sus estereotipos.

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