Fiscal preso, ¿golazo o bazucazo?

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El 5 de agosto, un día después de la captura del fiscal de Morelos, Uriel Carmona, Claudia Sheinbaum difundió en redes sociales la noticia. Ante una concurrida reunión con mujeres se le oye decir: “Pedí que la Fiscalía General de la República llevara este caso y que no lo llevara la Fiscalía General de Justicia y que lo analizara, porque estábamos hablando de un fiscal”.

No hay duda del seguimiento personal de la Dra. Sheinbaum al caso. Siendo Jefa de Gobierno, señaló con firmeza la responsabilidad del entonces fiscal de Morelos, acusado de hacer pasar un feminicidio por una muerte por broncoaspiración, tras una borrachera. El 21 de julio, la ya aspirante de Morena a la Presidencia criticó duramente una resolución de la Primera Sala de la Corte, que había beneficiado al fiscal de Morelos, aunque la decisión del Máximo Tribunal tuviera un alcance más allá del asunto. ¿Es creíble que los ministros se prestaran a ser cómplices de un fiscal local? Finalmente, el 4 de agosto, toda la fuerza del Estado (FGR, Marina, FGJCDMX) se focalizó en aprehender a Carmona y en impedir que enfrentara su proceso en libertad. En efecto, el fiscal pudo simplemente haber sido citado a comparecer en libertad a la audiencia de vinculación a proceso, pero la imagen no hubiera sido la de mano dura que se quería transmitir.

Es verdad que, ante la muerte de una mujer, lo correcto es investigar primero la hipótesis de feminicidio y, una vez descartada, abordar otras. Eso hay que concederlo sin titubear a Sheinbaum y Godoy. Pero, hasta donde sabemos, el fiscal tampoco cometió un crimen considerado grave por la ley. Además, supuestas pruebas se ventilaron en los medios no sólo en favor de la hipótesis del encubrimiento, sino de la broncoaspiración. Y es que, aunque ya contamos en México con un sistema penal acusatorio, la evidencia es despreciada en una lucha por conquistar la verdad, en vez de buscarla. Como resultado, se propaga una actitud anticientífica: aparentemente es un “perro oso”, casi un delito, preguntarse, aunque sea teóricamente, con qué frecuencia mueren personas alcoholizadas asfixiadas por sus propias regurgitaciones y luego son abandonadas, de manera criminal, por compañeros de borrachera que no quieren tener problemas (y agravan sus problemas).

Este asunto disipa la idea de que la aspirante de Morena no tiene poder o iniciativa. Ante ello, viene a cuento la famosa frase del historiador José Fuentes Mares que alude al sexenal nacimiento y muerte de un dios en México: “En ciclo recurrente, cada seis años muere un dios y nace un dios en milagrosa metamorfosis”.

Sin embargo, el golazo de la aspirante de Morena ha dejado también críticas de la Iglesia y de abogados penalistas que lo ven más bien como un bazucazo. Si esto le ocurre a un fiscal supuestamente respaldado por la Corte, ¿qué garantías tienen los simples mortales de gozar del debido proceso? Digo “supuestamente” porque la sentencia de la Primera Sala de la Corte no se ha dado a conocer y la audiencia que derivó en la prisión del fiscal no fue pública.

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