Al momento de cerrar el QUEBRADERO muchas cosas estaban por definirse sobre la encuesta de Morena.
La definición va en línea directa con el curso que tomen las cosas a partir de las impugnaciones de Marcelo Ebrard.
Lo sucedido, por lo menos hasta la tarde de ayer, lanza malos presagios y de alguna manera ensucia el proceso, porque no se ha dicho lo contrario de manera tajante sobre lo que ha planteado la gente de Ebrard.
El excanciller manifestó razones que deberían ser atendidas. Es claro que ninguna de las encuestas importantes lo coloca en ventaja sobre Claudia Sheinbaum. Sin embargo, en los últimos días por lo que se ha registrado en algunos estados del país habría crecido. Como fuere, no hay un solo indicador de que esto sea suficiente como para haber alcanzado a la corcholata favorita.
Lo que va siendo evidente es que quieren terminar el proceso y para ello empezaron a echar toda la caballería en contra de Marcelo. Los gobernadores de Morena se unieron jubilosos para indirectamente señalar a Ebrard. De la misma manera muchos simpatizantes, particularmente del Presidente, hicieron lo propio al momento, haciendo señalamientos de toda índole olvidando las maravillas que hace pocos días referían sobre el excanciller.
Desde el inicio, Ebrard planteó una serie de observaciones que debieron haber sido atendidas. No se le dieron la atención debida, quizás, porque si algo no querían era enrarecer el proceso y el ambiente.
Alfonso Durazo, más preocupado por el proceso que por Sonora, declaró desde el principio que no procedían las observaciones del excanciller, a pesar de que algunas de ellas fueron compartidas por las otras corcholatas.
Se fueron manifestando al paso de los días diferencias de opiniones, que está visto que no querían que se hicieran públicas a través de un debate. El propio Presidente dijo que no quería que se estuvieran peleando en este tipo de ejercicios. El proceso, a pesar de que ciertamente muchas observaciones de Marcelo Ebrard fueron tomadas en cuenta, se hizo como quería el inquilino de Palacio Nacional.
Claudia Sheinbaum, con cierta razón, ha optado por el silencio. Sabedora de la posición que tiene ha respondido con observaciones menores, pero lo cierto es que hay evidencias de que se han suscitado incidentes e irregularidades que están poniendo en entredicho el proceso.
Si se quiere pudiera haber una dosis de capricho por el pasado de Ebrard como sus detractores, que, por cierto, han aparecido de la nada, lo han planteado, pero lo expuesto hasta ahora merecería una mirada más analítica y autocrítica sobre lo que ha venido pasando.
Para un proceso de tanta importancia era necesario tener el mayor de los cuidados. Varias encuestadoras lo hicieron notar. No necesariamente las encuestas que ha hecho Morena, y en el pasado la izquierda, han sido efectivas y confiables. Se entiende la importancia que tienen del uso del método, pero para una elección como ésta se debió haber desarrollado de manera completamente transparente para evitar lo que ahora está siendo puesto en duda.
Los políticos son capaces de cualquier cosa, pero pareciera que las expresiones de Ebrard, “son como el PRI”, abren el camino al rompimiento o algo parecido, parece que ya no hay camino de regreso.
Las corcholatas tenían su premio de consolación, pero pareciera que Ebrard no participará ya de ello, quizá el premio y la disciplina sea lo que tiene callados a los otros suspirantes.
Algunas dudas: Marcelo trató de sabotear el proceso; se sabe derrotado; o de plano las irregularidades son de tal calibre que cuestionan con razón la encuesta en su conjunto; al final todo empieza y termina en Palacio Nacional.
RESQUICIOS.
En medio del vendaval de la encuesta de Morena, no debe pasar por alto que la Corte despenalizó el aborto a nivel federal. La decisión obliga a las instituciones de salud pública a prestar el servicio e impide que el personal médico pueda ser criminalizado por practicarlo.