El gris futuro de Marcelo

ES LA ESTRATEGIA...

Rodrigo López San Martín<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Rodrigo López San Martín*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Ha pasado casi una semana desde que Morena concluyó su proceso interno para elegir, en los hechos, a su candidata presidencial rumbo a 2024. No hubo sorpresas. La ganadora, fue Claudia Sheinbaum.

Frente a este escenario, previsible desde hace meses, sino años, la expectativa pública estaba en la reacción de Marcelo Ebrard y sus siguientes pasos.

Muchos esperaban que el excanciller se adelantara a desconocer el proceso desde hace semanas. Cuando su desacuerdo podía tener aún peso en el desenlace. Pero Ebrard decidió esperar. Y esa prudencia le fue restando valor a sus fichas en el tablero de negociación.

Hoy, Marcelo parece tener tres opciones. Pero en ninguna se antoja que podrá salir ganador.

La primera, es la de la negociación interna.

Marcelo conoce bien al presidente López Obrador. Y sabe que en cualquier camino que termine decidiendo andar, no lo quiere como enemigo. Lo conoce tan bien, que aun manifestando todo su rechazo al resultado y señalando a la dirigencia de su todavía partido, ha reafirmado su lealtad al presidente. Ha estirado la liga, sin romperla. Y en respuesta, ha recibido, al menos en lo formal, mensajes conciliadores del propio AMLO y de la dirigencia morenista.

El problema, es que no hay mucho que le interese en la negociación. Y que seguir alargando los tiempos, puede dejarlo aún peor posicionado para ella.

Ebrard anunció esta semana, acompañado de decenas de diputados y senadores morenistas, que recorrerá el país con un movimiento propio para tomar decisiones. Pero la prudencia, que ha caracterizado la carrera política de Marcelo Ebrard, hoy puede ser su enemiga. Con el paso del tiempo, estos legisladores que lo respaldan, serán susceptibles de ser cooptados por la virtual candidata presidencial y la dirigencia del partido, asegurándoles su futuro político personal.

En Morena, es difícil que tenga más allá de una senaduría plurinominal que lo condenaría a un papel testimonial el próximo sexenio.

La segunda opción es el acercamiento con el Frente Amplio por México que integran PAN, PRI y PRD.

Inmediatamente que Ebrard desconoció el proceso de Morena, surgieron voces que lo invitaban a sumarse al Frente. Empezando por la virtual candidata, Xóchitl Gálvez.

El problema, es que su valor para la oposición tampoco es tan elevado. La misma alianza de partidos que en algún momento hubiera soñado con él como su candidato presidencial, hoy ha encontrado una figura fresca, que conecta con la gente, que sabe cómo responderle al presidente López Obrador y que ha emocionado a un electorado que, por años, se sintió huérfano.

Hoy Marcelo en el Frente no aspiraría a más que una senaduría o la promesa de un espacio en un eventual gobierno, del que no sería protagonista.

La tercera opción es buscar la candidatura presidencial por Movimiento Ciudadano.

Esta opción, que parecería que le cumple el anhelo de llegar a la boleta electoral, tampoco se sostiene.

Las primeras encuestas que se han hecho públicas donde Marcelo es medido como candidato de MC, muestran que su nombre no es suficiente para que el partido dirigido por Dante Delgado compita realmente por la presidencia. Si con Samuel García se proyecta una votación del 10 al 12 por ciento, con Marcelo superan el 15, pero no rompen la barrera de los 20.

Para Movimiento Ciudadano, sin duda, sería un gran escenario. Lograrían más espacios en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República que nunca en su historia. Pero el triunfo sigue fuera del alcance. Y al final, Ebrard terminaría siendo utilizado a cambio de algunos espacios legislativos para los suyos. Pero si algo hemos aprendido con Dante Delgado, es que ningún liderazgo popular es una amenaza real al control que tiene de su instituto político.

Así, la larga espera, el exceso de prudencia y la aparente confianza inicial en un proceso que a todas luces estaba cargado en su contra, lo llevaron a un panorama que se ve muy gris. Y del que hoy, es complicado pensar que saldrá victorioso.

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