Una oleada migratoria incontenible

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El país está recibiendo oleadas migratorias como nunca. Estamos bajo condiciones inéditas ante las que no necesariamente se ha tenido la mejor respuesta.

No está en entredicho la voluntad del Gobierno para enfrentar el fenómeno. El Presidente ha hecho referencia al tema e incluso le da por lanzar vivas a los migrantes en la ceremonia del Grito.

Aquella promesa de campaña en que se aseguró que se ofrecería empleo a los migrantes se perdió. Una parte porque las condiciones económicas rebasaron al propio Gobierno y no respondió en cuanto a inversión para que los migrantes trabajaran en el país. La otra razón pasa por la pandemia, la cual cambió todos los esquemas y propuestas que se tenían diseñadas.

En buena medida la pandemia terminó por intensificar las grandes oleadas migratorias que hemos tenido. El fenómeno se ha extendido a muchas partes del mundo, sobre todo en Europa en la costa mediterránea, las condiciones migratorias en costas como Lampedusa son dramáticas y dolorosas. El fenómeno no sólo se circunscribe a los migrantes extranjeros, hoy el país tiene una oleada migratoria nacional superior a la de cualquier otro país.

Existe una variable más. Muchas naciones están bajo condiciones políticas y económicas brutalmente apremiantes. Los migrantes materialmente huyen de sus países entre que no tienen empleo y que las condiciones políticas les lleva a dejar todo lo que tienen antes de que la delincuencia organizada, caciques y gobiernos los tengan entre la vida y la muerte.

Migrar es una forma de salvar la vida. Llega a suceder que los padres de familia son quienes fuerzan a sus hijos para que se vayan antes que sean cooptados por la delincuencia organizada; nadie deja su hogar por gusto.

Todo esto no es nada nuevo. Es una constante y se tienen innumerables diagnósticos de lo que está sucediendo desde hace tiempo. Es un asunto multilateral aunque al final termine por aparentemente quedar solo entre México y EU. Los gobiernos de la región no hacen mucho por enfrentar la migración que sale de sus países. A veces porque no tienen manera de resolver sus problemas internos en materia económica, social y política, y en otras ocasiones porque optan por depositar su problema en otros gobiernos.

EU tiene el tema como una de sus máximas prioridades. No necesariamente en tonos en que se estuviera buscando atemperar o darle salida, sino más bien se ha ido incrementando bajo una visión racista como se manifiesta con los gobiernos de Texas y Florida.

El gobierno mexicano ha tratado de encontrar puntos de acuerdo, pero ha sido más de actitud que de hechos. En más de algún sentido seguimos siendo el tercer país y además el sur se ha convertido en el nuevo gran muro.

Las cosas se han agudizado y si nos atenemos a lo que puede pasar, en octubre se puede poner peor. En Tapachula deben en este momento estar cerca de 200 mil migrantes, la mayoría de ellos haitianos. El lunes se cansaron de no tener respuesta alguna a sus demandas, lo que quieren es una tarjeta para que puedan circular por el país.

Irrumpieron contra las instalaciones de la Comar buscando ser atendidos. Todo fue un caos porque además de que no hay personal suficiente, la Guardia Nacional fue materialmente impotente para poder frenar la estampida.

Son cada vez más los abusos, vejaciones, violencia y muerte en la migración. La delincuencia organizada, los polleros y las propias autoridades mexicanas forman parte de un escenario en donde los que pierden siempre son los migrantes.

Algo de esto vivimos en una estación migratoria en Ciudad Juárez el 27 de marzo, no podemos seguir bajo la idea de que no pasó nada.

RESQUICIOS.

Ferromex tomó la decisión de suspender temporalmente viajes de 60 trenes de carga. La razón está en que los migrantes se mueven a través de ellos, de los cuales caen a menudo dejándoles graves lesiones o provocándoles la muerte; un indicador más de cómo están las cosas.

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